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Haz el amor y no la guerra con los marcianos

Jacinto Antón

Independence day, Tropas del espacio... Vale, pero en las relaciones con extraterrestres la ciencia-ficción, cinematográfica y literaria., no ha ido siempre con el puño y el láser por delante. A veces el género ha especulado con un contacto muy íntimo y ha imaginado cómo serían las relaciones eróticas entre humanos y alienígenas. De momento todo es pura entelequia, claro, pues el único indicio de actividad biológica extraterrestre es el célebre meteorito marciano de la Antártida, que, hay que convenir, no mueve mucho a la lujuria (además está helado). Pero el tema del futuro sexo con el otro -y quién más otro que el de fuera de nuestro planeta -arroja interesantes reflexiones sobre los prejuicios y la xenofobia hoy y de aquí mismo, además de roporcionar historias conmevedoras, divertidas y hasta estimulantes (también groseras, cierto). Por otra parte, ¿quién no ha sospechado alguna vez que su pareja es de otro mundo? En cine, la relación erótica interplanetaria va desde lo más satisfactorio (Starman, con Jeff Bridges como el extraterrestre que deja embarazada, a Karen Allen) hasta lo más repulsivo (el deseo, afortunadamente sin consumar, del asqueroso y mucoso Habba-el-Jutt por la princesa Leia en El imperio contraataca), pasando por los ridículos alienígenas peluches en celo de Las chicas de la Tierra son fáciles (1988) y Barbarella, de Vadim, donde Jane Fonda encarnaba a la liberal heroína de cómic capaz de encamarse con un robot. Species (1995) no era una gran película, pero vaya morbo tenía Natasha Henstridge en el papel de la amoral alienígena. Filmes curiosos que exploraban el asunto fueron Enemigo mío (1985), de Wolfgang Petersen, con Dennys Quaiá como un piloto racista obliga do a compartir planeta hostil con un enemigo reptiloide de extraña sexualidad al que acababa queriendo- y ayudando en el parto-, y la posmoderna Liquíd sky (1982), de '!lava Tsukerman, con la bella alienígena que, metáfora más bien pedestre de los peligros del sexo desintegraba a sus parejas cada vez que echaba un polvo.Por su parte, la literatura de ciencia-ficción ha proporcionado historias tan apasionantes como la del vendedor de pornografía extraterrestre que, llegado con su material a la Tierra, descubre con sorpresa que no hay negocio porque los terrícolas se asustan con las extrañísimas imágenes.

"Cuando desatornillaron la cápsula para ayudar al astronauta a desembarcar, le hallaron haciendo una cosa asquerosa con una cosa asquerosa".Éste es el sugerente inicio de ¿Cómo es la vida nocturna en Cissalda?, un cuento de Harlan Ellison incluido en la antología Sexo alienígena (Destino, 1992), una de las compilaciones más conocidas de relatos del género sobre el tema del sexo interestelar. (Otra buena antología publicada en España es Extraños compañeros de cama -Martínez Roca-, con relatos de Sturgeon, Silverberg y el famoso Madre, de Farmer, entre otros). "Dominando las arcadas, el equipo médico y el equipo de rescate lo intentaron una y otra vez, pero no pudieron extraer el pene del astronauta de los (presumiblemente) cálidos confines del (presumiblemente) orificio sexual de la cosa asquerosa", continúa el cuento de Ellison, muy alejado, como se ve, de los parámetros de la ciencia-ficción al uso, tipo E. T. Dos meses después, el astronauta de Ellison se separa de la criatura alienígena, que "posee una capacidad erótica que, una vez excitada, no puede neutralizarse". Las primeras palabras del cosmonauta son: "¡Oh!, eso ha estado bien", y define al alienígena como "una personita estupenda de [el planeta] Cissalda".

El humor domina también en otros relatos, como Hombre de acero, mujer de kleenex, sobre las relaciones íntimas entre Superman -un extraterrestre de Kripton, no lo olvidemos- y Lois Lane, escrito por otro gran nombre de la ciencia-ficción de EE UU, Larry Niven. Niven describe muy científicamente lo peligroso que podría ser un orgasmo del superhéroe. La sonrisa se congela cuando uno lee otros relatos del género, como el de la mujer que se ve obligada a aceptar al hijo que ha tenido su marido -cosmonauta- con una extraterrestre (¿se puede estar celosa de una alienígena?). El discurso del marido, un auténtico calavera espacial, tiene ecos del muy célebre replicante de Blade Runner: "He conocido mujeres insaciables, las he conocido en todos los puertos del Imperio, de Dandanek II a Miladen-Poy, del Callejón de Gloster al Agujero de Blackie [sic], de las grandes bahías de metano-silicio de Torsión a las estepas antigravedad de Corazón". Vaya, ¿dónde se embarca para Marte?

La ciencia-ficción ha sido tradicionalmente muy modosita en el tema sexual hasta que en los años sesenta y setenta los autores empezaron a romper tabúes.

Todos los especialistas coinciden en señalar como la obra clave, en el cambio de mentalidad del género hacia el sexo la novela Los amantes, de Philip José Farmer, aparecida en 1961. Los amantes (Acervo) es la historia de un terrestre de religión ultraconservadora que se enamora de una mujer. del planeta Ozagen y cohabita con ella. Resulta que la mujer es en realidad un organismo insectoide que mimetiza la apariencia humana pero cuyo sistema de reproducción es de aquí te espero. La novela provocó en su momento un escándalo -su primera versión como relato corto recibió el calificativo de "nauseabunda" por el histórico editor John Cambell -Leída hoy, lo que prevalece es una extraña combinación de maravilla, tristeza y un malestar físico semejante al que provoca la transformación de Gregorio Samsa.

Farmer tiene algunos de los pasajes de sexo entre humanos y alienígenas más brutales -incluida la felación más dolorosa- en La imagen de la bestia- y ¡Cuidado con la bestia! (ambas en Anagrama).

Ursula K. Le Guin escribió en 1969 una de las obras sobre el sexo -y el afecto- interplanetario más hermosas y conmovedoras de la ciencia-ficción, La mano izquierda de la oscuridad (Minotauro), sobre un mundo en el que la gente es asexuada pero se activa como hombre o mujer cuando están en celo, y según las circunstancias en lo uno o lo otro. El protagonista es un diplomático terrícola con una mirada llena de prejuicios hacia ese hermafroditismo, pero finalmente llega a amar a un nativo.

"La sexualidad alienígena siempre plantea problemas"

Los amantes, de Farmer, sigue siendo la obra de referencia en el asunto sexo y ciencia-ficción, según reveló una encuesta de urgencia entre especialistas del género llevada a cabo por este diario.Para el escritor César Mallorquí, ganador del último premio UPC, la novela de Farmer abrió la ciencia-ficción al sexo, un tema que luego, "a partir del movimiento de la new wave, ha dado obras muy interesantes"."La sexualidad alienígiena siempre plantea problemas", reflexionó; "los autores no nos atrevemos mucho con ello". Mallorquí recordó, sin embargo, que algunas novelas tan clásicas como Los propios dioses, de Asimov, tienen referencias sexuales. El escritor considera que las imágenes eróticas más poderosas del género están en las ilustraciones de las revistas pulp norteamericanas de los años cincuenta: "Mostraban siempre a un extraterrestre monstruoso llevándose a una tipa estupenda con intenciones claramente libidinosas. Yo me preguntaba qué diablos iba a hacer el bicho".

Para Miquel Barceló, editor de ciencia-ficción y autor de un enciclopédico estudio sobre el género, el sexo-sexo en la ciencia-ficción empieza con Los amantes. Barceló recuerda algunas historias que le han impresionado- como la de la raza de extraterrestres que usa a las hembras humanas como proveedoras de leche o el de las mujeres que se fecundan en un mar alienígena. Como aficionado a la ciencia-ficción dura (entiéndase en el sentido de bien documentada científicamente), el estudioso destaca un relato en el que se 'especula sobre la dificultad para copular de los bichitos planos que habitan en una estrella de neutrones. También a Barceló le impactaron "las imágenes pulp de alienígenas con aspecto de escarabajos aferrando lúbricamente a una chavala rubia en biquini".

Alberto Santos, también editor, recuerda una historia de Elia Barceló -que, con Mallorquí, son de lo mejor de la ciencia-ficción en el país- sobre el suboficial de una nave estelar terrícola que se liga a una estupenda alienígena y queda embarazado, lo que le acarrea no pocos problemas. Señala también que en Star Trek hay sexo implícito y- apunta a los klingons. Alejo Cuervo, gran conocedor del género y propietario de la librería especializada Gigamesh, en Barcelona, considera que Los amantes puede parecer hoy un poco ingenuo pero que en su día fue una bomba.

Globalmente, de la relación entre alienígenas y terrestres opina: "Hombre, si el extraterrestre está de buen ver, ¿por qué no?".

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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