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La liberación del arte

El mes de febrero próximo hará 10 años de la Muerte de Andy Warhol, artista que representa mejor que nadie las revolucione artística y sociales ocurridas en la década de los sesenta. Y es as que si con el paso del tiempo puede llegar a aburrinos su proyección frívola y mundana -hoy se encuentra uno con drag-queens como las que le ro deaban hasta en la sopa-, la importancia de su trabajo parece acrecentarse cada día, y son ya muchas las voces que sugieren que a partir de él podemos dar por muertos y fracasados los ideales de la vanguardia. Algo que viene a ser lo mismo que decir que fue Warhol, aunque por supuesto no solo, el punto de inflexión de la posmodernidad.La generación de Warhol hizo arte a partir de cosas que todo el mundo conocía y que hasta entonces habían sido rechazadas por el gusto elitista dominante. El resultado fue una aproximación extraordinaria del arte contemporáneo al gusto popular, hasta el punto de que él mismo se convirtió en un fenómeno mediático. Más allá de todo ello, sin embargo, Warhol y su generación son responsables de una muy seria revolución de tipo filosófico. Su obra nos dice que el arte no se caracteriza por nada en particular, que no hay forma de decir que algo es una

obra de arte con sólo mirarlo y que no se puede explicar el sentido del arte poniendo ejemplos.

Esto que dicho así puede parecer poco, comporta una serie de importantes consecuencias. La principal, probablemente, que el arte ya no es posible en términos de una narrativa histórica en progreso. Es decir, que hemos llegado al fin de las narrativas históricas tal y como lo ha descrito el filósofo norteamericano Arthur C. Danto, para quien la escultura de Warhol Brillo Box -puede verse en esta exposición- representa la primera obra de arte lejos de los dogmatismos puritanos vanguardistas. Es, sin duda, gracias al arte de Andy Warhol y al de su generación -y pensamos más que en otros artistas pop en los escultores posminimalistas- como el arte ha alcanzado el grado de autonomía y refrescante libertad del que goza hoy, la misma que reivindicaban al mismo tiempo mujeres, etnias minoritarias y sexos heterodoxos.

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