¿Es posible un mundo sin agresividad?
Los expertos más optimistas entre los que se encontraba James S. Grisolía, profesor de Neurociencias en la Universidad de San Diego, apuntaron la posibilidad de que en el futuro exista un mundo sin agresividad. El control de los violentos pasaría a su juicio por soluciones médicas y sociológicas, pues si los medicamentos pueden corregir los trastornos patológicos, es necesario introducir cambios educativos para mejorar el entorno social.La evidencia de que la sociedad actual favorece cierto tipo de agresividad fue puesta de manifiesto por el profesor Eibesfeldt, director de la unidad de investigación sobre Etología Humana del Instituto Max-Planck de Alemania, quien afirmó que en los últimos 20 años han proliferado las imágenes violentas en los medios de comunicación. El investigador aludió también al inquietante aumento de la violencia de. tipo sexual y dijo que ambos fenómenos están degradando la sociedad. James Grisolía añadió al respecto que pese al alto grado de reincidencia que presenta el abuso de niños y mujeres, no se ha demostrado la eficacia de la castración quirúrgica para evitarlo. Tampoco se declaró partidario Grisolía hijo de la pena de muerte:. "La violencia siempre conduce a más violencia", dijo. "Y la pena de muerte, como, sanción estatal, es un castigo muy violento, con poco efecto preventivo en el futuro".Preguntada por los deseos de venganza que podían haberle provocado el asesinato de su marido, la ex presidenta de Filipinas, Corazón Aquino, afirmó tajante: "Ya antes de ser presidenta. hubo quien me pidió que promoviera una, marcha a Palacio para enfrentarme a Marcos y dije que no, aunque contaba con apoyo, de la oposición, porque no quería más filipinos manchados de sangre".
El director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, envió una carta en la que afirmaba que uno de los retos más estimulantes de cara a la entrada en el siglo XXI es la transformación de la cultura de la guerra y la violencia por la cultura de la paz. Mayor Zaragoza se remitió al Manifiesto de Sevilla sobre la Violencia, firmado en 1986, para recordar que no hay bases científicas que permitan afirmar que la guerra es inevitable porque está en la naturaleza humana. Ni el comportamiento violento está genéticamente programado, ni la guerra está motivada por los instintos, se dijo en aquella reunión, que estos días se continúa en Valencia.
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