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Antonio Skarmeta: "El éxito te regala tiempo para la creación"

El escritor chileno rescata su novela 'No pasó nada' y habla de sus nuevos proyectos

Amelia Castilla

Antonio Skármeta (Antofagasta, 1940) sabe por experiencia propia que la fama es aleatoria. En 1980 la editorial Pomaire publicó No pasó nada. La novela fue escrita en los mismos años que El cartero de Neruda y "ambas estaban en una galaxia semejante de emociones". Sin embargo, las dos se perdieron en las librerías hasta que el director Michael Radfort rescató El cartero para el cine. No pasó nada, una obra en la que explota en la inestabilidad de los exiliados a través de la figura de un adolescente, ha sido reeditada por Plaza & Janés.

"La fama es agradable para un escritor porque le permite poner el énfasis en lo que quiere. El éxito te regala tiempo para la creación; te sientes muy estimulado y confirmado", aseguró ayer Skármeta a su paso por Madrid.Recién llegado de Venecia, donde ha participado en la Mostra como jurado, el escritor chileno confía en poder estrenar pronto en las pantallas Dry Manhattan, un guión que ya está en manos de su agente y sobre el que Skármeta tiene derecho de veto sobre el director. Ha concluido también un libro de cuentos que provisionalmente se llama Buenos modales y está en proceso de escribir una novela que transcurre en Nueva York y que estará vinculada al mundo latino.

Una historia real

Pese a que concluyó No pasó nada hace un montón de años, Skármeta cree que el tema pegará fuerte en Europa dada la importancia que tiene el tema de las inmigraciones en el continente. El alma de su libro, un chico aparentemente perdido que utiliza su energía para superar la hostilidad de la vida, está basado en un personaje real al que conoció durante su propio exilio en Alemania. "Cuando se está en una posición democrática, se está más preparado para afrontar los rigores de la vida que cuando no se tiene esa perspectiva", aseguró al respecto de su personaje.Para escribir la historia de No pasó nada trató de meterse en el mundo de los jóvenes, pasó muchas horas con ellos escuchando su música y acompañándoles al fútbol.

Sus años de exilio le demostraron que la ausencia de la patria es más difícil de superar para los adultos que para los jóvenes. La mayor parte de las parejas que conocía acabaron divorciándose: "Cuando una pareja está en tensión histórica eso ya es un triángulo y si se cae uno de éstos se rompe la base de la relación. A ellos les faltó el horizonte que les había unido".

Sobre el Chile que se encontró al regresar tras 15 años de ausencia, Antonio Skármeta alaba el progreso económico, el proceso de ampliación de la riqueza para que llegue a los sectores más pobres y el intento de hacer una reforma educacional. Critica el hecho de que se trate de una democracia marcada por una Constitución autoritaria que le asegura a Pinochet la inmovilidad. Y lo que más le afecta al autor de Soñé que la nieve ardía es el estado de ánimo de sus compatriotas. "El chileno era un ciudadano de una espontaneidad casi irreverente y ahora se ha vuelto disciplinado y actúa con extremada cautela".

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