Sobre la Casa del Tesoro

Bien sabe Dios que santo, o simplemente beato, el actual alcalde de Madrid no lo es de mi devoción y que está muy lejos de hacerme feliz el que, como ahora a menudo se dice en la lucha política, se apunte tantos.Han tenido ustedes la amabilidad de publicar recientemente una carta mía. en la que, con cierta sorna, pedía que, árabe o cristiana, alguien salvase la muralla. Lo pedía a destiempo: los restos de la muralla, ya olvidados; ahora, por lo visto, de lo que se trataba era de salvar unos restos de lo que fue la Casa del Tesoro y otras dependencias de la Administración del imperio de los Austrias.

También a estas horas ya es tarde para salvarlos. De manera expeditiva el señor alcalde acabó con ellos. Y yo, a estas alturas de mi vida, aunque he sido de izquierdas toda ella, me veo defendiendo lo que, por lo visto y leído, defiende la derecha, porque, digan lo que digan mis correligionarios, a mí esto de los hallazgos de la plaza de Oriente me deja frío y las obras tan caras e interminables me huelen a puchero de enfermo: que se apunte el tanto quienquiera que sea, pero que, de una vez, dejen de gastar en arqueólogos y con tan poco provecho el dinero de Í nuestros impuestos.-