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La CE minimizó el riesgo de las 'vacas locas', según 'Liberation'

Documentos de 1990 muestran la política de silencio adoptada

La Comisión Europea (CE) de Bruselas y su Comité Veterinario Permanente (CVP) habrían minimizado los riesgos que supone la epidemia de la encefalopatía espongiforme bovina o mal de las vacas locas que afecta a la cabaña británica de vacuno. Según el diario Libération, el comité veterinario prefirió, en 1990, poner en marcha una política de desinformación y silencio para evitar la caída del precio de la carne.

Las acusaciones del diario francés van acompañadas de la reproducción de algunos documentos en los que se puede leer que "conviene mantener una actitud fría para evitar reacciones desfavorables para el mercado" y en los que se pide al "Reino Unido que no publique los resultados de sus investigaciones". Un alto funcionario, el francés Guy Legras, director general de Agricultura, escribe que "toda decisión sobre la encefalopatía espongiforme causa inevitablemente problemas en el mercado de la carne" ( ... ) "para mantener al público tranquilo lo mejor es no provocar nosotros mismos la reapertura del debate".En 1990 no sólo no existían pruebas de que la enfermedad llamada de las vacas locas pudiese transmitirse al hombre, sino que ni tan sólo el temor estaba extendido, pero lo cierto es que algunos gestos prueban que la Comisión de Bruselas y el CVP no las tenían todas consigo. Por ejemplo, la decisión francesa de prohibir incluir entre los ingredientes de los productos para bebés las vísceras o los sesos de las vacas o las exigencias germano-francesas -¡de 1990!- respecto a los británicos, a los que ya se les pide que dejen de exportar sus animales, que maten los contaminados o sus crías y que sus huesos no puedan servir para fabricar pienso alguno.

Los británicos, cuyo control de la epidemia deja mucho que desear, escaparon a esas exigencias gracias a esa política de silencio culpable y a las argucias político-reglamentarias de sus ministros, qué se ampararon en la necesidad de unanimidad para no actuar. Esa fue la artimaña empleada por el irlandés Mac Sharry, que convocó a los ministros de Agricultura para que bloqueran el que Bruselas tomase alguna decisión perjudicial para los intereses británicos.

En Libération se preguntan también por el cambio de actitud del responsable español en el CVP, Fernando Mansito, al que describen como "uno de los pocos funcionarios" que proponía "medidas radicales para detener la epidemia" y que luego aceptó que el CVP no incluyera en el orden del día la discusión sobre la enfermedad. Según el periódico "Mansito, se ganó la cólera de su jerarquía" por su rigor, pero luego parece que fue obligado a cambiar de actitud y opinión.

Un portavoz de la Comisión Europea aseguró ayer en Bruselas que esta institución "no tiene nada que esconder" y seguirá actuando para proteger la salud humana. El Parlamento europeo, por su parte, constituye hoy una comisión para investigar el tema.

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