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"La naturaleza es lo único que impide la monotonía"

A sus 88 años, Manoel de Oliveira es el patriarca del cine europeo, el único cineasta vivo y activo que empezó rodando cine mudo. La. reflexión sobre la vida y sus contradicciones ha ocupado un amplio espacio en sus últimas obras. El célebre director portugues mantiene incansable su ritmo productivo. Tras El convento, presentó ayer en la Mostra Party, una parábola sobre la pareja, lo femenino y lo masculino, el bien y el mal. "Esto servirá para descubrir lo bueno que poseen las mujeres y lo perversos que podemos ser los hombres. Y al mismo tiempo, servirá para demostrar exactamente lo contrarío, lo malvadas que son las mujeres y lo bondadosos que somos nosotros", explica.Oliveira sostiene que la naturaleza es sabia: "Ha hecho que las cosas se den así para romper la monotonía, madre del tedio, que mata la pasión y el amor entre hombre y mujer. La relación de pareja, necesita estímulos". A esta idea, tan antigua como el tiempo, se debe el título de la película, Party, un símbolo de las dos mitades universales: "De repente una tormenta, lo imprevisto, el azar, volverá a iniciar la rueda de los acontecimientos. La naturaleza es lo único que impide la monotonía de las relaciones humanas".

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Party puede ser vista como una pieza complementaria de El convento, interpretada por la pareja Catherine Deneuve y John Malkovich. En ambos filmes, Oliveira concluye que la vida está gobernada por dos fuerzas opuestas: "No existe el bien sin el mal. Las contradicciones son permanentes. Una vida normal no es más que una existencia en la que estas dos fuerzas se equilibran". Party narra la historia de una pareja que celebra su décimo aniversario de matrimonio. Él es un se ductor, un donjuán. Ella es una famosa actriz, ya madura. Cinco años más tarde, sucederá lo impredecible cuando una vieja conquista de Michel decide dar rienda suelta a su espíritu de aventura. "El juego erótico es siempre perverso, tanto en la, vida como en el cine, que es un reflejo de la misma", admite.

La identificación entre actor y director es fundamental para un artista como Oliveira, más aún cuando es él mismo- quien enfrenta la ardua tarea, de la dirección, escritura del guión y dirección de actores. "Me gusta trabajar con gente que conozco desde hace mucho tiempo, ya que al personaje hay que darle la característica del actor que lo interpreta, y no el contrario". En Party, Irene Papas y Michel Piecoli forman parte de la historia, "pero al mismo tiempo son ellos mismos. Inclusive usan sus propios nombres. En mi obra, nuestras autobiografías siempre se funden".

Oliveira conversa con una sabia ironía. "No soy un erudito", declara., "Sólo siento siento profundamente las cosas. Las grandes ciencias se encuentran en los diccionarios". El cineasta conserva una gran vitalidad, pese a su edad. Con una chaqueta de cuero marron, sus gafas de considerable aumento y su modo dulce, elegante y modesto, se siente motivado por lo que él denomina la guerra de los sexos, el tema que inspira sus pensamientos de hoy. "Percibo una preocupante tendencia a la conversión de las dos fuerzas que rigen el universo, el masculino y el femenino, en un magma andrógino. Eso es la muerte".

Según el cineasta, el feminismo actual es la parte masculina de la mujer. "No deben olvidar que su esencia es la maternidad. Dios les ha donado un seno, símbolo de alimento y protección". Una. cosa obsesiona a Manoel de Oliveira: las técnicas de fecundación artificial. Para él son una amenaza para la humanidad y para el mundo tal y como lo conocemos: "Los bebés probeta son fruto de una máquina y no de la voluntad divina. Lo más importante y definitivo en la formación de un ser. es él contacto entre madre e hijo. Cualquier cosa que interfiera, modifique o amenace esta relación atenta directamente contra la esencia misma de la naturaleza humana".

Oliveira nació en Oporto, en el ambiente de la burguesía católica portuguesa. Dio sus primeros pasos en el cine cuando aún era sólo imagen sin sonido. En 1929, rodó un breve documental sobre las labores portuarias de su ciudad que provocó escándalos entre el público por su realismo, excesivo para la época. Escribió numerosos guiones que no se realizaron. Y tuvo que esperar muchos años, hasta 1963, para rodar su primer largometraje: Acto de primavera. Año tras año, fue acumulando un palmarés de los más prestigiosos premios cinematográficos internacionales. Durante casi un siglo, Oliveira ha sido tesfigo de todas las transformaciones del séptimo arte, hasta llegar hoy a tener una opinión muy personal sobre los efectos especiales. "Siento un rechazó total. La realidad virtual y todas estas técnicas modernas son inhumanas, una droga que degrada el trabajo creativo".

La base fundamental de sus obras es la fuerza expresiva de la imagen. "En la mirada de cada uno está el principio del mundo", explica. "El cine y el teatro son la síntesis de una serie de situaciones que percibimos del exterior, es la expresión de la mente". En Party, Oliveira ha rechazado las reglas tradicionales que modelan el cine actual. "He utilizado en la mayoría de las tomas la cámara fija, que pone mayor énfasis en la sensación del tiempo y del espacio. El movimiento interno lo he logrado a través de la magistral actuación de los actores".

"Hacer documentales me Iba obligado a respetar la verdad, el mundo real. Esto me crea dificultad para trabajar con la ficción, con la dirección de actores. Cuando un artista me da algo más de sí mismo, lo considero un maravilloso regalo". Oliveira libra una guerra contra el tiempo. "Estoy apurado. Quiero realizar aún muchas películas".

Infatigable y entusiasta, el cineasta se halla sumergido en su nuevo proyecto, Viaje al principio del mundo, una historia sobre ' la búsqueda y el descubrimiento de nuestras raíces, que se van cubriendo y olvidando a través de las generaciones. "Un buen pretexto para mostrar una vez más la belleza de mi país. Entre memorias y recuerdos, Portugal será el verdadero protagonista visto a través de los ojos de Marcelo Mastroianni, un actor que admiro profundamente. Aquí encarnará a un cineasta anciano que regresa a su ciudad para rodar una historia de amor".

¿Cuál es su pronóstico, señor Oliveira, sobre el futuro del cine? "No soy un brujo. Y no quiero originar escándalos con mis opiniones. Recuerdo lo que le sucedió a mi querido amigo José Regio, poeta, escritor y pensador, antes de morir recientemente. En una entrevista le pidieron su parecer sobre el infierno después de la vida. Él respondió qué el sufrimiento es tan grande en esta vida que no es posible que exista otro infierno. Las críticas contra él fueron implacables. No quiero exponerme a lo mismo. Prefiero no anticipar comentarios sobre algo que está tan lejano".

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