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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vida, tal vez

AL SOÑAR con vida extraterrestre, se tiende a pensar en algún tipo de organismo semejante a nosotros. Muy lejos está eso de los compuestos asociados a actividad biológica que los científicos norteamericanos, capitaneados por la NASA, afirman haber descubierto en un meteorito procedente de Marte. No por ello decae el interés del" hallazgo, porque lo primero que necesitamos saber, antes de atrevemos a imaginar semejantes, es si el fenómeno de la vida es extraordinariamente excepcional, una casualidad accidental e irrepetible, o una posibilidad o incluso probabilidad estadística. Si ha habido vida en Marte, aunque sea hace miles de millones de años, nos aproximamos más a esta segunda hipótesis y nos alejamos de la primera, dominante hasta el presente. De ahí la importancia del descubrimiento, por mas que sea sólo un indicio al que habrían de seguir otros.De momento, se sabe que el meteorito llegado de Marte contiene indicios de actividad biológica de hace unos 3.000 millones de años, es decir, unos 500 millones de años después de la aparición de la vida en la Tierra (y unos mil millones de años después de la formación de ambos planetas). Falta por ver, entre otras muchas cosas, si fue similar la vida terrestre primitiva y su contemporánea marciana. Y, como suele pasar en ciencia, se abren muchas más preguntas que las que un descubrimiento contesta. Dadas unas condiciones fisico-químicas, ¿forma la naturaleza vida igual aquí y allá aunque surja independientemente? ¿O es que, como han planteado varios estudiosos, la vida se generó en el cosmos, nadie sabe dónde, y sus semillas llegaron a la Tierra y a Marte? ¿Pudo surgir la vida como un fenómeno rarísimo en este planeta, o en el vecino, y contagiarse de uno a otro por un meteorito o algo similar?

De momento, conviene enviar cuanto antes robots a Marte que hagan un reconocimiento más completo que el que se pudo hacer hace 20 años, y tomar muchos datos en el planeta que ayuden a explicar cómo era Marte hace 3.000 millones de años y por qué es ahora un mundo tan inhóspito. Con todo ello se harán las apasionantes comparaciones entre un planeta y otro. Estudios que, aunque no sean la motivación científica prioritaria, tienen el atractivo irresistible de toda investigación sobre los orígenes. La NASA lo sabe, y aprovecha ese interés para presentar este descubrimiento de la manera más espectacular justo cuando deben aprobarse nuevos -y caros- programas de investigación. Pero esta vez la propaganda tiene sólidas bases, avaladas por científicos solventes.

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