Los grandes divos de la música coinciden en Santander en la gala benéfica de Unicef
Plácido Domingo y Mirella Freni entusiasmaron en el Festival Internacional
Con la gala en beneficio de Unicef celebrada el lunes continuó el Festival Internacional una cierta curva lírica iniciada con las representanciones de Nabucco y que tendrá todavía un brillante capítulo en el concierto de la soprano Hildegard Beherens del próximo día 19. La convocatoria de los grandes divos no falla nunca ni aquí ni en ninguna parte. Hace sólo tres días, el concierto de los tres tenores -Domingo, Pavarotti y Carreras- llevó al estadio de Múnich a 60.000 personas, que aguantaron buena parte de la actuación bajo una lluvia considerable.
Lo de Santander ha sido algo distinto; se juntaban tres grandes estrellas del canto como son Mirella Freni, Plácido Domingo y Nicolai Ghiaurov con dos Jóvenes pero ya triunfadoras estrellas tal la mezzo rumana Carmen Oprisanu y el barítono cántabro Manuel Lanza. El resultado ha supuesto una adhesión masiva y entre el público que llenaba la sala Argenta era fácil distinguir rostros de viejos y buenos amigos de la ópera tanto santanderinos como venidos de Madrid, Bilbao, Barcelona, Asturias o San Sebastián. El programa no obedecía a una simple voluntad de amontonar arias y dúos; circulaban en su mayoría en torno al verismo -Puccini, Giordano, Mascagni, Cilea- y la realista Carmen de Bizet, con Massenet adherible al costado más lírico de Puccini y con Verdi como gran antecedente.Por otra parte, se insistió en algunas motivaciones españolas: Carmen, Figaro, Don Carlos, El Cid y un par de toques zarzuelísticos alusivos a Segovia, como La del Soto del Parral, o a la costa vasca, como La Tabernera del Puerto. Al frente de la orquesta del festival, el maestro británico Jan Latham -Koenig aseguró orden y buen tono profesional bien demostrado en el preludio de Carmen y en el intermedio de El amigo Fritz.
Y vamos con los divos: Mirella Freni, ese amor de cantante, mantiene la belleza de su voz y de su línea, la gracia de su intención o la intensidad emotiva de sus acentos. Su raconto de Mimi, su aria de Adriana Lecouvrier, los dúos con Plácido Domingo -Fedora, final de Carmen- fueron admirables. No menos la propina de Mozart ofrecida por el matrimonio Ghiaurov-Freni.
El barítono-bajo búlgaro Ghiaurov ha hecho y es gran historia en la lírica, mas también presencia actual. Su afectivo color, su nobleza en el decir, su grave frasear, nos depararon valores tan contrastados como son los del aria de Don Carlos, la canción báquica, de Krennicov o la Calumnia de El barbero de Sevilla.
El tenor madrileño Plácido Domingo es como voz, como artista y como persona una fuerza arrolladora: llena todo espacio en el que aparece, lo anima y vivifica. Dueño de una larga gama expresiva, pudo levantar oleadas de entusiasmo con El Cid, La tabernera o los aludidos dúos a los que habría que añadir el de La viuda alegre, de Lehar, entonado con la soprano Mirella Freni.
Excelente voz la de la mezzo Carmen Oprisanu por la densidad del color, casi patético en Carmen, y la facilidad y perfección en las ligerezas rossinianas. Esa artista que inicia con brillantez internacional una carrera grande, lo que sucede también con el barítono santanderino Manuel Lanza, de materia bocal densa y preciosa que brilló en Soutullo y Vert y ascendió a gran nivel en El barbero de Sevilla (largo al factotum y dúo con la Oprisanu).
La jornada fue de éxito para todos y cada uno de los actuantes y vino a dar consistencia al impulso lírico de un festival que, como el de Santander, atiende a muy diversos aspectos de la música, la danza y el teatro. Noches como la de esta gala de Unicef encierran innumerables atractivos y por sí mismas se alzan en medio del panorama general de los ciclos y representaciones a modo de una gran llamarada capaz de encender algo vital para la ópera y en general para todo género lírico: la pasión.
Babelia
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