En plena Era Anal
Camareros con los bolsillos cosidos, último grito de la moda empresarial
No hace falta ser especialista en Freud ni haber tenido un novio psicoanalista o argentino, o las dos cosas a la vez, ni siquiera es ,necesario haber visto Recuerda, de Alfred- Hitchcock, para saber que, en este exacto momento de nuestras vidas, atravesamos un periodo rabiosamente anal, es decir, de retención a tope: llámese reajuste o ajuste económico, congelación salarial o catatonia laboral, recorte de presupuestos o moderación en el gasto público, zozobra del Estado del bienestar o fragilidad del futuro de nuestras pensiones, ahorro o contención del déficit. No se trata de austeridad, sino de restreñimiento, y hasta el lenguaje y los comportamientos del poder se han llenado de reflejos anales. Cuando altos cargos populares se refieren al desfase presupuestario diciendo que es necesario "tapar el agujero", se ponen anales; cuando Interior sella con cinta aislante la boca de los emigrantes africanos, muestra también un evidente comportamiento anal.Una de las más imaginativas contribuciones isleñas para el reforzamiento de la oleada de estitiquez o constipación que nos invade es la ideada por los propietarios de Mar de Mallorca, empresa que controla en exclusiva la explotación de los siete kilómetros de la playa de Mallorca. Mosqueados por la posibilidad de que algún camarero intente redondear sus ingresos con un cobro extra, o el escaqueo de una propina, han mandado coserles los bolsillos del pantalón a todos. Esta medida, pelín castrense y hasta feudal, que pone injustamente bajo sospecha a los empleados, supone además una novedosa forma anal de economización, pues evita tener que comprarles pantalones sin bolsillos.
Algunos usos y costumbres de parte de la derecha empresarial y política balear, que han desembocado en los escándalos que venimos conociendo, son harto pintorescos. Me enloquece en especial, por ejemplo, que, paralelamente a los casos de corrupción del interminable culebrón Cañellas, existiera algo como Sefobasa -Serveis Forestals Balears, SA-, empresa dependiente del Gobierno autónomo, disuelta hace poco y teóricamente creada' para limpiar los bosques públicos, pero que en realidad servía para que sus empleados mantuvieran impolutas las tierras, jardines y bosques de políticos del PP, quienes también se repartían la leña resultante de la poda de los árboles que bordean las carreteras.
Menos mal que, junto a semejantes ordinarieces, el espíritu recibe algunas compensaciones. El jueves asistí, en la Fundación Bartolomé March Servera, a la entrega del cuarto premio de novela breve Juan March Cencillo. El edificio es bellísimo, repleto de obras de arte y de libros, con lienzos de Sert y la importante biblioteca clásica del duque de Medinaceli, más una terraza neorromántica que da a la puesta de sol; y la obra premiada -El apicultor de Bonaparte, de José Luis de Juan- es una pequeña maravilla que he leído de un tirón, cosa rara en los últimos tiempos. De Juan, mallorquín, de 40 años, dijo que una buena novela es como un cofre enterrado que espera la labor de un pico y una pala que lo saque a la superficie. Tiene razón. En este caso, su cofre es un tesoro. Lo edita Bitzoc.
Y hay recitales de piezas de Chopin en la Cartuja de Valldemosa, y exposiciones, y pronto actuará Yehudi Menuhin en el Festival Internacional de Música de Pollenca, después de que la organización le haya venido invitando, sin éxito, desde 1969.
Pero ser agujero para el poder, o que se lo parezcas, seguirá estando muy mal visto durante una larga temporada, por lo que propongo que nos unamos todos para formar un impresionante cedazo por el que se escurrirán las ansias restrictivas. Y que cantemos la vieja tonada que tan bien conocemos, pero con un estribillo adaptado para la ocasión, que bien podría ser: "No nos coserán", o "No serem cosits" (versión en catalán, idioma para las reuniones íntimas). Dado que esta noche -anoche, para ustedes- me embarco en un submarino repleto de aspirantes a Miss Baleares a las que acompaña la contraacadémica de la antilengua Sofía Mazagatos, júrenme que, si me sucede lo irreparable -entro en coma -hortera, me arrojo del submarino en marcha, se me desdobla la personalidad, las estrangulo, etcétera-, cada vez que la canten, lo harán en memoria mía.
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