EE UU renuncia a imponer a sus aliados una política de sanciones a "países terroristas"
Estados Unidos fracasó ayer en el intento de imponer a sus aliados la noción de "países terroristas" referida principalmente a Libia, Irak, Irán y Sudán. "Somos conscientes de la oposición de nuestros aliados a aplicar sanciones sobre determinados países", dijo Peter Tarnoff, uno de los representantes de Washington en la reunión antiterrorista celebrada en París. "Nosotros creemos que realmente hay Estados terroristas, pero no queremos imponer nuestras ideas", añadió. La conferencia, extraordinaria de las siete mayores potencias industriales y Rusia concluyó con la adopción de 25 medidas concretas sobre seguridad, cooperación y prevención, y con la afirmación de que la lucha contra el terrorismo sería "una prioridad absoluta".
Por una vez, el lado europeo del Grupo de los Siete (G-7) asumió la iniciativa e impuso su mayor experiencia en cuestiones antiterroristas. Ni siquiera. se discutió sobre la ley Kennedy-D'Amato, ya aprobada por el Congreso de EE UU y pendiente de la firma del presidente Bill Clinton: los europeos y Canadá, con el acuerdo tácito de Japón, hicieron saber desde el primer momento que consideraban errada la vía de las sanciones económicas. La fiscal general (ministra de Justicia), Janet Reno, y el adjunto al secretario de Estado para Asuntos Políticos, Peter Tarnoff, se quedaron solos frente a las otras siete delegaciones (alemana, francesa, británica, italiana, ja ponesa, canadiense y rusa) y plegaron velas. Se rechazó igual mente la idea estadounidense de crear una nueva organización internacional dedicada al combate antiterrorista.Aún bajo la impresión de un atentado contra las tropas estadounidenses en Dahrán (Arabia Saudí), Bill Clinton había impulsado a finales de junio, durante la cumbre de Lyón, la convoca toria de la reunión de ayer. Y en los últimos días había insistido en la necesidad de que el G-7 asumiera la lista negra de "países terroristas" confeccionada por el Departamento de Estado, con el fin de aplicar sanciones económicas.
Pero ayer, una vez reunidos en torno a una mesa parisina, los europeos pudieron hacer valer su mayor experiencia y su convicción de que contra el terrorismo no sirven las acciones internacionales espectaculares, sino las medidas concretas y la tenacidad. En algo tan simple como las medidas de seguridad en los aeropuertos, Europa va muy por delante de Estados Unidos. Y lo mismo ocurre con el control sobre armas y explosivos.A la iniciativa estadounidense de boicotear a los "países terroristas", los europeos opusieron su autonomía diplomática, por un lado, y la tesis de que era preferible prevenir a castigar, por otro. "Cada Estado debe asumir la responsabilidad de su defensa frente a esas agresiones [terroristas], algunas de las cuales están ligadas exclusivamente a cuestiones nacionales", declaró el ministro del Interior francés, Jean Louis Debré. "La internacionalización de la violencia terrorista, por real que sea, no debe servir de excusa a los Estados para ocultar su responsabilidad individual", siguió Debré. "Mientras no existan pruebas concretas, nos negamos a demonizar a Gobierno alguno", dijo, por su parte, Hervé de Charette, ministro de Exteriores de Francia.
El titular alemán de Asuntos Exteriores, Klaus Kinkel, hizo hincapié en la necesidad de prevenir y acabar con las causas últimas de ciertas formas de terrorismo: '"Los terroristas no caen del cielo, sino que surgen de contextos concretos. Hay que practicar una política de prevención, impulsando los procesos de paz en curso [Oriente Próximo, Irlanda del Norte, etcétera] y desarrollando políticas regionales equitativas", manifestó. Kinkel añadió que Alemania no veía ninguna razón para interrumpir su "diálogo crítico" con Irán.
Eliminado el escollo de las sanciones, el llamado P-8 (el G-7 más Rusia) pudo aprobar una lista de medidas concretas, cuyo ritmo de aplicación será examinado durante una nueva reunión en diciembre. El P-8 instó a todos los países del mundo a adoptar los 25 puntos de su resolución y a sumarse a la lucha contra el terrorismo, el "mal absoluto, siempre injustificable", en palabras de Hervé de Charette.
La reunión sirvió también para constatar que, junto al tradicional terrorismo político, con objetivos concretos, estaba apareciendo "un terrorismo nihilista y anónimo, que ni si quiera reivindica sus acciones y no busca otra cosa que la desestabilización de la sociedad", según la definición del ministro italiano de Asuntos Exteriores, Lamberto Dini.
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