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Reportaje:

... y el Temple maldito

El fantasma del pérfido templario Hugo de Marignac habita en unas ruinas en el pinar de la Acebeda

Noche de plenilunio en el pinar de la Acebeda. Un céfiro negro, una ventolina tibia y enredadora como aliento de lobo corre por el monte arriba levantando de la fronda muchedumbres de murmurios. No lejos del puerto de la Fuenfría, a la vera de la calzada que empedramos los hijos de Roma, una yeguada relincha en sueños en un claro del bosque oscuro. Y el caminante, con un par, allégase a las ruinas donde, dicen, mora el espectro de Hugo de Marignac. ¡Ah de la casa!... Silencio. ¡Hugooo!... Nada. Habrá salido a cenar.Es (o era) Hugo de Marignac senescal de la Orden del Temple, sociedad famosa por las sospechosas riquezas que llegó a amontonar en sus castillos cuando aún estaban por inventar las sospechosas cuentas de los bancos helvéticos y los magnates europeos necesitaban -entonces como ahora- poner a buen recaudo sus sospechosos caudales. En los libros de Historia está escrito que los templarios fuéronse al garete en tiempos de Clemente V, allá por 1312, tras un sonado proceso que eliminó todo rastro de la cooperativa caballeresca ... ; todo, menos la sospecha de que el desaforado tesoro permanecía intacto en algún zaquizamí de algún castillo.

En ningún libro está escrito, empero, que el convento de Casarás perteneciese nunca a los templarios -la versión oficial dice que fue mera casa de postas erigida en 1571 por Felipe II, y que tomó nombre de Eraso, secretario del rey-, ni tampoco que el senescal fuese el postrer custodio del secreto fortunón, pero la leyenda, que jamás se rinde a las evidencias, así lo atestigua y aun va más lejos todavía. Y es que, de creer la conseja, Hugo de Marignac, trastornado sin duda por la solitud del monasterio y por su paradójica condición de tesorero miserable, quiso compartir ambas cosas -soledad y doblones- con una joven condesa, dama de la reina de Castilla, que a la sazón andaba de jornada en el palacio de Valsaín.

Resuelto a obtener por la fuerza lo que no le otorgaban de grado -pues al parecer la condesita guardaba la ausencia a su novio-, el senescal visitó a un monje nigromante que pasaba consulta en una covacha al pie de Peñalara. Enseguida hubo pacto: Hugo prometióle el oro del Temple; el brujo, los favores de la esquiva; pero ambos raposeaban. Consumado el oficio -estrafalario rito en el que el senescal atravesó con su espada el costado de la dama, surgida sólo en apariencia al conjuro de cabalísticas impetraciones-, el mago exigió sus honorarios y, como se los denegaran, estalló en una diabólica carcajada: "¡Ja! Ya me olía yo la tostada: chínchate, porque en realidad has ajado para sécula el corazón de tu amada".

Ni qué decir tiene que el hechicero se ganó un mandoblazo y entregó allí mismo su negra alma a Bofanet. De Hugo de Marignac, en cambio, nada más se supo, salvo lo que cuentan los viejos hacheros de Valsaín, convencidos de que su fantasma ronda por los pinares guardando celoso el vil tesoro, ya que no el divino amor...

En noche de luna llena, como la que se avecina, o en día de procela y vendaval, deberá el excursionista acercarse a Las Dehesas de la Fuenfría. Confúndese allí momentáneamente el venerable trazado con un camino forestal (carretera de la República), pero al cabo de 300 metros, ya en la vertiente segoviana, vuelve a surgir a la izquierda de la pista para descender a la par que ésta hasta el despejado calvero donde yacen las ruinas de Casarás. En 1847, Pascual Madoz afirmaba que aún podía contemplarse íntegra la fachada del convento que daba al mediodía, con sus tres plantas de alzado. De aquel legendario edificio, hoy apenas queda nada: un arco de ladrillo milagrosamente sustentado, mampuestos dispersos, borrosas estancias ocupadas por unos cuantos pinos de Valsaín, pinos de fuste vertiginoso y asombroso color dorado. Cualquiera sabe dónde han ido los muy truhanes a echar raíces...

Marcha-vivac

Dónde. Cercedilla se halla a unos 60 kilómetros de la capital y tiene su mejor acceso por la autovía de Colmenar (M-607).Luego hay que seguir la carretera de Las Dehesas (M-966) hasta el final, donde se encuentra el aparcamiento de Majavilán y el inicio de la calzada (marcada, para más señas, con círculos blancos en los pinos). Una alternativa es el tren de cercanías (Renfe, teléfono 328 90 20).Cuándo. Si no nos atrevemos en noche de luna llena, vale cualquier día de cualquier época para hacer esta excursión, por lo demás muy facilita (10 kilómetros, ida y vuelta, o tres horas sin parar).

Quién. La agencia de senderismo Azimut (teléfono 521 42 84) ha organizado una marcha-vivac para este fin de semana, con salida el sábado a las 14.30 y noche -bajo las estrellas- en Casarás.

Y qué más. El itinerario a seguir viene indicado con detalle en el mapa Sierra de Guadarrama (escala 1:50.000), de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 28). Manuel Rincón, en su guía Andar por la sierra de Guadarrama (75 itinerarios), propone regresar bajando hasta la fuente de la Reina, para allí tomar a mano derecha una pista y, en dos kilómetros, remontar el arroyo Minguete hasta el puerto.

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