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Los editores acogen como una medida "hábil" la restricción de libros públicos

Jorge Semprún elogia la iniciativa anunciada por Cortés

Javier Sampedro

El sector editorial llevaba tiempo peleando por librarse de la "competencia desleal" que para él suponen las publicaciones institucionales, y ha acogido con satisfacción las medidas para su recorte que anunció el miércoles el secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés. Los editores Mario Muchnik y Jorge Herralde saludaron ayer los recortes como "una maniobra hábil y facilona" para congraciarse con el gremio.

Los desmedidos elogios de Cortés a la solvencia y rentabilidad del sector del libro, sin embargo, levantaron suspicacias y alguna que otra ceja entre los editores de calidad. "El único aspecto que parece conmover a Cortés del sector editorial es que gana mucho dinero", comentaba ayer Jorge Herralde, máximo responsable de Anagrama, "lo cual no me parece el más sutil y complejo de los enfoques, que digarnos". El editor asegura que no le ha tranquilizado mucho esa actitud, particularmente después de las "temerarias" declaraciones del secretario de Estado sobre la protección pública al cine.El miércoles, Cortés había contrapuesto la industria cinematográfica, que, según él "se resiste a los cambios y busca protección pública", al sector editorial, que posee empresas fuertes y "goza de buena salud". Para Mario Muchnik, "ésa es la concepción de la salud que tiene la derecha, la salud de una sociedad regida por la rentabilidad y que antepone la cantidad a la calidad". Un idearío, según Muchnik, "reñido con los editores culturales".

La supuesta salud de hierro del mundo editorial también había sido puesta en entredicho el miércoles por el economista José Terceiro, autor de La sociedad digital y director general del Libro en la etapa de UCD, que pasó revista al efecto de las nuevas tecnologías. José Terceiro refutó las críticas de los escritores que siguen usando la "tosca, ruidosa y antirromántica" máquina de escribir y de otros "analfabetos digitales" y ensalzó el hipertexto de Internet porque "salva la limitación lineal y secuencial del texto escrito".

Según Terceiro, los editores, particularmente los de enciclopedias, deberán cambiar radicalmente su cultura o salirse del negocio; recordó que Enciclopedia Britannica, tras más de dos siglos de excelencia, ha tenido ya que cerrar dos terceras partes de sus oficinas de ventas. Los 60 dólares de la Britannica en CD-ROM ya eran dura competencia para los 1.500 dólares de la versión papel, pero su disponibilidad en Internet va a desplazar a la de CD-ROM en breve.

A Cortés, sin embargo, le salió ayer un inesperado aunque ambiguo apoyo en la figura del ex ministro de Cultura Jorge Semprún, que comentó: "Si todo el programa cultural del PP se pareciera a la medida de reducir la edición institucional, yo lo aprobaría". Semprún contó que, al llegar al ministerio, había descubierto un almacén entero para los libros editados y nunca difundidos y reconoció sin empacho que "aquello era insoportable".

Digresiones políticas aparte, el encuentro El libro y su ecosistema cultural prosiguió ayer en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander con una serie de charlas sobre los contenidos de los suplementos culturales y la crítica de libros en la prensa escrita.

Suplementos culturales

Ángel S. Harguindey, responsable del suplemento Babelia, de EL PAÍS, manifestó que los suplementos literarios deben tender a la sencillez y la humildad, pero puso el acento en que la información prime sobre la opinión, al estilo de la crítica anglosajona, donde incluso las firmas más reputadas dedican la mayor parte de sus artículos a informar sobre el autor, sus antecedentes y aspectos tan ordinarios del libro como un esbozo de su argumento. "La crítica", según Harguindey, "sirve sobre todo para difundir los libros".Josep Ramoneda, de La Vanguardia, consideró que la crítica literaria peca de profesoral entre las plumas más académicas, de reverencial con los autores más consagrados y de un exceso absurdo de detalle. Para Ramoneda, debería seguirse el ejemplo de la mejor crítica de cine: "Pasión por el objeto, información escueta y pistas sobre aquello que se le podría escapar a un lector no especializado".

La responsable del suplemento cultural de Abc, Blanca Berasátegui, recordó que la prensa sólo reseña 1.000 de los 50.000 títulos que se editan cada año en España para resaltar lo crucial de acertar en la selección.

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