Prodi recorta el gasto público de 1996 en un billón de pesetas para que Italia entre en la Unión Monetaria
Gobierno italiano de centro izquierda se estrenado con un recorte de 11 billones liras (más de un billón de pesetas) del gasto público previsto para 1996. La noticia fue anunciada ayer por Romano Prodi, tras debates que han puesto de manifiesto descordinaciones en el Gabinete y su voluntad declarada de que Italia entre en la Unión Monetaria en 1999. Sin embargo, el plan de ajuste para el año en curso fue alabado anoche por dirigentes de la izquierda, aunque sea más drástico que el previsto por el Gobierno técnico de Lamberto Dini, hace pocas semanas."
El plan no contiene medidas inicuas ni orientadas a castigar a las capas débiles del país", dijo anoche Massimo D'Alema, secretario del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), cerrando una polémica que podría volver a reabrirse en el Parlamento cuando tenga que aprobarse el paquete. Más críticas han sido las posiciones de Refundación Comunista.Pero Prodi ha logrado de momento lanzar una señal definitoria de su Gobierno para comunicar a la vez con varios frentes y, en primer lugar, con la UE. No es casual que el plan de ajuste haya sido aprobado pocas horas antes del inicio de la cumbre de Florencia, donde la enorme deuda pública italiana, equivalente al 120% del Producto Interior Bruto, es vista como una amenaza.
El Gobierno del centro izquierda quiere demostrar que está dispuesto a actuar sobre ese problema, más por el procedimiento ortodoxo de recortar el gasto que por el de incrementar los ingresos. El plan aprobado ayer prevé medidas fiscales indirectas por otros cinco billones de liras, como el aumento del precio de las loterías o la extensión del perdón fiscal a los que acepten lo que les reclame Hacienda. El resultado es un ahorro global de 11 billones de liras, frente a los 20 billones de liras que marcan la desviación del déficit del ejercicio con respecto al previsto.
Pero el Gobierno tiene que responder también a sus electores e incluso a los parlamentarios que le prestan un apoyo externo indispensable, como es el caso de los comunistas. De ahí que de las medidas aprobadas ayer haya desaparecido el intento de aumentar las tasas sanitarias de los jubilados anunciado días atrás por la ministra de Sanidad, Rosi Bindy, democristiana. El sindicato democristiano dijo anoche que el plan es tolerable.
Las medidas consisten en la reducción de las compras de los ministerios, el bloqueo de las contrataciones o los reajustes de los precios que paga la Seguridad Social por las medicinas.
Pero el Gobierno trata de contentar, además, a los empresarios, pese a que la estrategia de Prodi ha suscitado ya alguna suspicacia. El primer ministro considera prioritario reducir drásticamente la inflación, para que bajen los tipos de interés y la carga financiera de la deuda. Prodi ha dicho ya que, en 1997, la inflación deberá bajar al 2,5%, medio punto menos de lo programado hace un año para esa fecha.
Por otra parte, los empresarios reaccionaron ayer negativamente a medidas contenidas en el plan que prevén una reducción de las desgravaciones por cargas sociales. El presidente de la patronal, Giorgio Fossa, afirmó que el Gobierno pretende trasladar sus problemas financieros a las empresas.
Dentro del Gabinete, el ministro del Tesoro, Carlo Azeglio Ciampi, desearía medidas inmediatas más drásticas que las adoptadas ayer, probablemente porque considera que la reducción de la inflación prevista para el año próximo y los beneficios consiguientes son poco realistas. El ministro de Exteriores, Lamberto Dini, querría, en cambio, una política menos agresiva.
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