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Un historial de marginación

JOSÉ ROCAMORA, El caso del niño heroinómano de Murcia, que al salir a la luz pública ha causado sensación, coincide con el historial de la marginación. Vivía con su madre y otros tres hermanos, también menores de edad, en un barrio marginal de la capital. A los cinco años, aproximadamente, empezó a inhalar colas. Después llegaron los primeros cigarrillos de heroína, antesala de la jeringuilla.

Cuando una pareja de policías municipales lo recogieron la pasada semana, su estado era patético. En el servicio de Atención del Hospital Virgen de la Arrixaca lo atendieron durante unos días, cuando el síndrome de abstinencia era más agudo. El lunes el niño fue trasladado a un centro de la organización Engelmajer, en Yecla. Lander Lunjambio, director de este centro, comentaba ayer que su estado era lamentable. "Puede que ni llegue a pesar 30 kilos".

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Su actitud era violenta, apenas si comió. "Ha pasado tuberculosis, neumonías, hepatitis", dice Lunjambio. Una persona pasó toda la noche a su lado intentando que descansara. Tuvieron que darle incluso un masaje para que conciliara el sueño. Diez horas después despertó, pero no tenía ni fuerzas para comer. Lunjambio cuenta que desayunó algo, y bebió unas infusiones de lavanda y tubérculos, para desintoxicar.

Después del desayuno pidió insistentemente una pistola de pistones para jugar. Cuando le dijeron que no tenían, empezó a llorar pidiendo que le llevaran a una juguetería. "No hay que olvidar que es un niño", insiste Lunjambio.

Lunjambio se sorprendía ayer del eco que ha tenido este caso. "Hay muchos. En 1984 atendimos a un niño de Vic, de sólo ocho años".

Diana Arsumendi directora de los Servicios Sociales de Murcia (ISSORM), que ha asumido la tutela del niño, afirma que además de costear el tratamiento de desintoxicación, realizarán su seguimiento en contacto permanente con la madre, -el padre ha fallecido-.

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