Giorgio Strehler dimite como director del teatro Piccolo de Milán
"Nadie ha pensado en mi trabajo artístico de toda una vida ni en el deber de dar un futuro más justo y más humano". Palabras amargas éstas con las que Giorgio Strehler se ha despedido por carta de la dirección del Piccolo Teatro de Milán, para protestar por la parálisis de la construcción de la nueva sede. El Piccolo le pide que reconsidere su gesto, y todo es posible. Hace cuatro años, cuando le abrieron una investigación judicial por supuesta malversación de fondos, archivada más tarde sin cargos, Strehler se fue a Suiza asegurando que jamás volvería a Italia. Pero su exilio duró poco tiempo.Esta vez se ha refugiado en París, y desde allí grita su malhumor a los periódicos. "Yo no me muevo, que se muevan ellos. He dimitido. Tengo 75 años, si tuviera 40 no lo habría hecho", ha dicho. Y se ha declarado "libre" de aceptar cualquier otro puesto, si, en París, por ejemplo, se lo ofrecen.
La base del malhumor de Strehler es indiscutiblemente sólida. Desde hace 18 años, casi la mitad de los que el Piccolo lleva asociado a su persona de un modo probablemente indisoluble, se realizan las obras de construcción de un nuevo teatro que sustituya a la anticuada y pequeña sede de esta institución señera del arte dramático en Milán. Pues bien, el edificio, financiado por las autoridades locales, que parece casi terminado por fuera y que es mencionado en más de un proceso sobre comisiones ilegales, aún está lejos de ser inaugurado.
Hace dos meses Strehler ocupó el teatro en construcción, y comenzó a ensayar en él Madre Coraje de Sarajevo, un nuevo montaje basado en la obra de Bertold Brecht que pretendía estrenar el próximo 27 de septiembre. Ahora ha tirado la toalla.
Babelia
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