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España cambia su voto y respalda a la Comisión para suavizar el embargo de las 'vacas locas'

España cambió ayer el sentido de su voto y apoyó al Reino Unido en la crisis de las vacas locas. Pero su cambio no modificó la situación. Nueve países respaldaron la propuesta para flexibilizar el embargo que pesa sobre el bovino británico y la rechazaron seis, que conformaron una minoría de bloqueo suficiente para que la propuesta no saliera adelante, pero que no impide la actuación de la Comisión Europea, que anoche mismo anunció que esta semana levantará la prohibición sobre la gelatina, el sebo y el semen de toro. La ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, justificó el cambio en que Londres presentó un plan de erradicación de la enfermedad y que los informes de la Comisión son positivos.

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Todo indicaba que España acabaría inclinándose por apoyar al Reino Unido, pero era más difícil pensar que diera ese apoyo nada más empezar las negociaciones de ayer. El cambio de voto español se anunció antes de las siete de la tarde, apenas una hora después de que el Reino Unido repartiera su plan de erradicación y sin que hubiera empezado aún el Consejo de Ministros. De hecho, el Consejo no existió. Se reunió poco antes de la medianoche y sólo para votar. Antes sólo hubo pasillos. Así, la Comisión se reunió primero con los siete países que votaron no en el pasado Comité Veterinario Permanente (Alemania, España, Austria, Portugal, Holanda, Bélgica y Luxemburgo) y propició una serie de reuniones bilaterales entre los Quince.España rozó el más absoluto de los ridículos: después de ser uno de los países más beligerantes, fue el único que cambió su voto. Un cambio inútil, que sólo legitima algo más la decisión unilateral que tomará Bruselas en las próximas horas: levantar el embargo para las gelatinas, los sebos y el esperma de toro. El resultado de ayer (nueve seis frente a seis noes) no significa mayoría suficiente ni para aprobarla ni para rechazarla y es técnicamente igual al anterior: ocho síes, frente a siete noes, ya que se requieren ocho noes para impedir que la Comisión actúe de forma unilateral.

Anoche mismo, el comisario de Agricultura Franz Fischler anunció que la Comisión levantará el embargo sobre la gelatina, el sebo y el semen de toro a finales de esta semana.

La decisión española y la rapidez de su anuncio quizá permita a España capitalizar su buena conducta en próximas negociaciones con la Comisión, y seguramente despertará también la comprensión del Reino Unido al votar algún futuro acuerdo agrícola. Pero tanta prisa acabó ayer por causar la sensación no sólo de que el mercadeo es un factor siempre a tener en cuenta en las negociaciones comunitarias, sino que tampoco hay que olvidar las presiones políticas. El triángulo conservador Aznar-Major-Chirac cobró, en ese sentido, mucho cuerpo.

Plan de erradicación

La ministra De Palacio intentó desmontar esas sospechas defendiendo que su voto no estaba prefijado -aunque funcionarios españoles ya dieron a entender el pasado viernes que España ya no era tan beligerante como semanas atrás- y que respondía a la presentación de un plan de erradicación de la encefalopatía espongiforme bovina (ESB) por parte del Reino Unido y a que las primeras informaciones de la Comisión Europea sobre su reciente inspección en las granjas británicas era muy positiva. La ministra dio así por bueno un plan que, en palabras anteriores de los representantes españoles en el Comité Veterinario Permanente, requiere dos o tres días de tiempo para ser examinado. Aún más, este comité siempre puso como condición, hasta ahora nunca violada, el hecho de que el plan de erradicación sea consensuado por la Comisión y el Estado miembro afectado y luego votado por los veterinarios. Un paso que en este caso no se ha dado.Loyola de Palacio se apresuró a desmentir que ello suponga que España haya bajado la cabeza ante lo que muchos políticos europeos han calificado de "chantaje británico" y matizó que ella personalmente no se ha comprometido nunca a que el plan de erradicación sea aprobado antes por los veterinarios que por los políticos.

El cambio de voto español no sirvió para desencadenar cambios de actitud en los demás países. El ministro portugués de Agricultura, Sousa Gomes, no pudo ocultar su enfado cuando pedía explicaciones a De Palacio en mitad de un pasillo y con cara de pocos amigos. Para Portugal "no ha cambiado nada", por lo que tampoco ha de cambiar su voto.

La parquedad de la votación de ayer limita las posibilidades de que amaine la tormenta política entre el Reino Unido y sus socios de la UE.

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