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La genética, nueva aliada contra la obesidad

Un congreso europeo destaca el papel de los genes en la acumulación de grasa

La lucha contra la obesidad tiene una nueva aliada: la genética. Las últimas investigaciones muestran la existencia de un grupo de genes capaces de provocar la acumulación de tejido adiposo y de predisponer a un individuo a padecer obesidad. "Los genes parecen tener entre un 25% y un 40% de culpa en el aumento de peso, según los estudios. El 60% restante se debe al estilo de vida de las personas, a sus hábitos alimenticios, su sedentarismo", explica el doctor Claude Bouchard, participante en el VII Congreso Europeo de Obesidad que fue clausurado el pasado viernes en Barcelona.La genética de la obesidad ha sido, precisamente, uno de los temas que han centrado el certamen, en el que han participado más de 1.400 expertos de todo el mundo. Y la identificación de la totalidad de genes involucrados en el origen de la obesidad se ha señalado como uno de los retos urgentes que afrentan las investigaciones.

En 1994, los ratones ayudaron a investigadores norteamericanos a descubrir el primero de ellos, el ob. Desde entonces se han identificado otros genes, como el agouti -implicado también en la resistencia insulínica- y el db -responsable, asimismo, de la diabetes-

"La predisposición de un individuo a padecer obesidad no significa, sin embargo, que irremediablemente la tenga que sufrir. Al igual que ocurre en la diabetes, puede ser que a una persona genéticamente propicia nunca se le manifieste la enfermedad", explica el doctor Formiguera, organizador del congreso. "Será el ambiente el que marcará el momento de aparición y la magnitud de la patología", añade.

El certamen barcelonés ha servido para dejar claro que obesidad es sinónimo de patología crónica y que, como tal, requiere de cuidados continuados. Hasta el momento, la medicación suministrada a los obesos se limitaba a provocarles sensación de saciedad. Ahora, a estos fármacos, llamados anorexígenos, se suman nuevos medicamentos que actúan, además, sobre el tejido adiposo, con el fin de que el cuerpo desgaste una cantidad mayor de energía para mantener la temperatura corporal constante. El más conocido, la sibutramina, se está probando con éxito en distintos hospitales españoles, norteamericanos y europeos. Su comercialización en España está prevista para 1997.

El doctor Formiguera asegura que el objetivo que persigue todo tratamiento no debe ser alcanzar un peso ideal, sino rebajar los factores de riesgo asociados al exceso de acumulación de tejido adiposo, como son las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes y el colesterol.

El problema, explica Formiguera, es concienciar a los obesos -el 17% de la población española- de que se pongan en manos de un médico para tratar su patología. "A los 25 o 30 años, la obesidad no les suele interferir en su calidad de vida y les es muy difícil iniciar un tratamiento preventivo", añade.

Además de mostrar los últimos avances sobre genética y farmacología, el congreso ha permitido acabar definitivamente con el mito que asociaba la grasa a una simple reserva energética. "El tejido adiposo no es sólo una despensa. Ahora, además de su función de aislante térmico o de protector contra los golpes, sabemos que es capaz de fabricar hormonas, de recibir información desde el hipotálamo -desde donde se regula la sensación del hambre y el deseo de comer-, y de autorregularse. Es como un órgano más", sentencia.

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