Toreo asimétrico
Desde que Ortega y Gasset acuñó aquello de que la vertical era el torero y la horizontal el toro, la tauromaquia adquirió carta geométrica completa. Ya los cánones de Pepe-Hillo y Montes, bien es cierto, hablaban de líneas, superficies y volúmenes. Y ahora, por si todo ello era poco, los negociadores de la nueva situación política han puesto de moda eso del sistema autonómico asimétrico. ¿Es, o debe ser, o puede ser, el toreo asimétrico? Puede y debe ser asimétrico. Veamos. Si simetría es la manera de estar dos cosas colocadas de modo que existan dos partes iguales y a su vez contrapuestas, el toreo simétrico vendría a ser algo así como si las dos partes intervinientes -toro y torero- caminasen por vías paralelas que solamente abandonarían para convertirse en convergentes en la suerte suprema. La calidad de los toros del siglo XIX no permitía florituras geométricas porque su fiereza reemplazaba toda voluntad pensante y no se podían hacer experimentos de esta naturaleza. Pero con. el cambio operado en el toro de principios del presente siglo se puede comenzar a hablar de lidias y faenas de cortes bien definidos: el empeñado en pasar al toro de muleta una y otra vez componiendo más o menos la figura humana del torero, con prolongación del viaje del animal hasta donde dé el brazo que sujeta el engaño; y el concebido como juego, donde el torero afronta al toro para someter su natural embestida por medio de técnicas que lo doblegarán con curvas y sinuosidades que irán menguando mucho más rápidamente las fuerzas brutas del astado.Juan Belmonte irrumpió en los ruedos españoles, probablemente sin saberlo, como el principal representante del toreo asimétrico, aquél que no busca de ninguna manera colocar al conjunto formado por toro y torero en dos partes contrapuestas. El diestro de Triana forzaba la composición geométrica de tal suerte que la asimetría propuesta y ejecutada dotaba de notables dosis de riesgo la singular pelea entre hombre y animal bravo. Naturalmente que creó escuela y fundamento del toreo contemporáneo. Acortó las distancias, el juego de brazos y piernas se reveló capital para el desarrollo de esta corriente, y la belleza de su creación generó abundantes militantes. Domingo Ortega, con su plasmación de los ochos, donde el toro iba y venía en idéntico espacio del redondel describiendo ese número, aportó un particular modo de entender el toreo asimétrico. Y así tantos otros.
Frente a ello se encuentran los toreros llamados largos o poderosos, sin demérito alguno en su debe, pero mucho más reiterativos, por cuanto en muchas ocasiones sólo acompañan la arrancada del toro cuantas veces sea posible, lo que probablemente no sea asunto de menor enjundia, pero deficitario de situaciones de compromiso arriesgado y deudor de repeticiones. La práctica abusiva de esta modalidad deviene en el pegapasismo, algo asi como el destajo con la muleta en la mano, para lo cual parecen idóneos los toros considerados noblotes y de cuya especie tanto produce lamentablemente la actual cabaña de bravo. Algo así como echar horas con los aficionados como destinatarios de la falta de respeto.
Es decir, que la asimetría le sienta muy bien al toreo, ahora que la palabra se adueña de negociaciones, parlamentos y foros, y por qué no plazas de toros.
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