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LUTO POR UN MITO DE LA FIESTA

El hombre que cortaba la respiración

Morir en vísperas de san Isidro no debe de ser tan mala faena para alguien que, como Luis Miguel Dominguín, le había extraído a la vida todo su jugo y había conseguido llegar a la vejez en paz, después de pasar los últimos diez años con Rosario Primo de Rivera. Antes hubo un montón de mujeres, de famosas mujeres, y una gran mujer, Lucía Bosé, con quien se casó y tuvo tres hijos: Miguel, Lucía y Paola.Fue en otro san Isidro, a mediados de los 50, cuando Luis Miguel tomó en brazos a una de las actrices más bellas del mundo, Ava Gardner, afectada de cálculos de riñón, y la condujo a la sala de rayos X de un hospital madrileño. Ava cuenta en sus memorias lo bien que el torero se portó con ella, y aunque afirma que lo suyo sólo fue cosa de ser "grandes amigos y grandes amantes, y no nos exigíamos demasiado el uno al otro", en el momento en que rememora los desvelo! de Dominguín hacia ella durante su enfermedad, no deja de añadir: "Tal vez tendría que haberme planteado casarme con él, después de todo".

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Se habían conocido poco antes, en Madrid, adonde Gardner viajaba con frecuencia aprovechando que estaba cerca, en Roma, rodando La condesa descalza, de Joseph L. Mankiewicz, junto a Humplirey Bogart. Ava todavía estaba casada con Frank Sinatra, pero les iba muy mal y el idilio con el español fue la puntilla, y nunca mejor dicho. En cuanto le vio por primera vez, en una fiesta, supo "con absoluta certeza que él era para mí". También lo supieron sus compañeros de equipo, puesto que algunos, como Edinond O'Brian, no se privaron de comentar que la poco apasionada interpretación de Ava en La condesa sólo se debía a que estaba muy ocupada apasionándose por Dominguín.

El Madrid que Luis Miguel mostró a Ava -las juergas hasta el día siguiente, los tablaos flamencos, las corridas, la Cervecería Alemana, Chicote fascinó a la actriz hasta el extremo de que, aún sin Dominguín, pasó largas temporadas viviendo en nuestro país. Ocurriría lo mismo, había ocurrido ya en parte, con otras famosas: Annabella, la primera mujer de Tyrone Power; María Félix, un pedazo de carácter a quien sólo otro temperamental como el diestro podía acercarse; Romy Schneider... Pero de Ava, Dominguín pasó a los brazos de Lucía Bosé, una belleza italiana que tumbaba de espaldas y que, cuando la conoció, estaba ligada sentimentalmente a un compatriota, el actor Walter Chiari. Con el tiempo, Chiari también tendría un romance con Ava -el mundo era un pañuelo, y sigue siéndolo-, pero no saldría tan bien parado como el torero en las memorias de Gardner.Arrebatador

Años más tarde, al filo de los 70, cuando Bosé y Luis Miguel ya estaban separados, pero faltaba aún mucho para que en España se instituyera el divorcio, un reportaje indiscreto, publicado en la revista Garbo, mostró a Luis Miguel Dominguín y su sobrina, Mariví, en actitud más que cariñosa. La relación de la pareja no era un secreto para nadie, pero el tema ofendió en las altas instancias -parece que Carmen Polo de Franco se ofendió porque un frecuentador de las cacerías del Caudillo mostrara tan poco recato, y pidió un escarmiento-, y la pareja fue procesada por escándalo público, junto con los autores del reportaje y la propia revista.

Quienes sólo tienen de él la imagen de sus últimos años no pueden saber hasta qué punto resultaba arrebatador. Ava Gardner lo describe así: "Verle, equilibrado en una elegante pose mientras los enormes cuernos del animal se deslizaban a sólo unos centímetros de su corazón, ver cómo, con un arrogante arqueo de su cuerpo y un majestuoso movimiento de su capa, volvía a asumir el mando, era algo que quitaba la respiración".

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