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Biólogos españoles inician la recuperación de la amenazada foca monje en el Sáhara

Una cámara de televisión en la cueva permite conocer su vida y reproducción

Los biólogos españoles que investigan la colonia de foca monje más importante de[ mundo, situada en Cabo Blanco (antiguo Sáhara español), ha desvelado, importantes claves sobre la biología y el comportamiento de esta especie. Datos imprescindibles para recuperar uno de los 10 animales más amenazados del planeta, según la UICN. Los resultados iniciales de este trabajo sobre la foca monje (Monachus monachus), desarrollado a través del proyecto Life, que financia la Unión Europea, estiman la población de esta colonia en unos 250 o 280 ejemplares.

La consanguinidad y la concentración de individuos de esta especie en una franja de costa de menos de cinco kilómetros son dos de las amenazas que más preocupan a los científicos. Según Alex Aguilar, de la Universidad de Biología de Barcelona, el 90% de las hembras reproductoras dan a luz en, una cueva de unos 50 metros cuadrados. "Esto significaría que si pasase algo en ese reducido espacio, desaparecería esta población y con ella cualquier posibilidad para la especie". Además, el riesgo de una marea negra no se puede descartar, al encontrarse esta zona en una ruta muy transitada por los petroleros. Las investigaciones, por ello, van encaminadas, prime ro, a asegurar la conservación de la colonia, y segundo, a que se expanda por nuevos territorios, como podría ser el caso de las islas Canarias orientales, donde antiguamente hubo muchos lobos marinos, nombre con el que también se conoce a la especie. Este enclave se en cuentra a mitad de camino en tre Cabo Blanco. y Madeira, donde todavía queda una pequeña colonia de pocos ejemplares. "Así cumpliríamos dos objetivos", comenta Aguilar, "porque también la aportación de nuevos genes al grupo de Madeira podría ser fundarnental".

Por eso, el proyecto Life, que coordina Luis Mariano González, biólogo de la Dirección General de Conservación de la Naturaleza, antiguo Icona, consta de dos partes: una investigación centrada eh Cabo Blanco de la que se encarga el equipo de Alex Aguilar, y otra en estudios de hábitat en Canarias, siendo responsable la Universidad de Las Palmas.

Circuito cerrado

La financiación de la UE ha sido de gran ayuda para llevar a cabo una investigación. con nuevas tecnologías y un equipo humano de unas 20 personas, entre Canarias y Barcelona. Se ha instalado un circuito cerrado de televisión en la cueva que habitan las focas. Esto supone un hecho histórico en la investigación de esta rara especie, según González. "Una cámara con control remoto en la puerta de la cueva nos permite observar a las focas sin molestarlas", añade. "Una de las escenas más bellas ha sido un parto que duró casi veinticuatro horas". Manel Gazo, encargado de los estudios de reproducción, lleva tres años recogiendo información sobre nacimientos e identificando a las crías. "Estudiamos también el comportamiento materno. Hemos descubierto que la lactancia es bastante más larga que en las otras especies de foca; lo común es un mes, pero la foca monje mama durante cuatro meses", explica. "Gracias a la cámara, poco a poco, vamos observando peculiaridades: hemos comprobado que la adopción por parte de las madres es una costumbre de esta especie; es lo que los biólogos llamamos 'robo de leche'".

Las focas paren durante todo el año, aunque hay un descenso en diciembre, enero y febrero. Las crías son muy móviles y la observación es muy complicada. Cada año nacen entre 50 y 60 ejemplares, pero la tasa de mortalidad es muy elevada y probablemente un tercio de las crías- no supera los pocos meses de vida, a causa de los temporales. Las olas las estampan contra las paredes de la cueva. "En el último temporal, cuantificamos cinco muertes, aunque probablemente fueran muchas más", asegura Gazo.

Endogamia

La edad que puede alcanzar una foca monje es todavía una incógnita, aunque se sabe que los animales que se han encontrado muertos en las playas parecían viejos, y tenían entre 22 y 27 años. En el laboratorio trabaja Teresa Pastor Ramos, que, en colaboración con Hellen Stanley, de la Universidad de Cambridge, y a partir del análisis genético de muestras de piel y de sangre recogidas en Cabo Blanco, ha comprobado que existe una variabilidad genética muy baja, es decir, que todos los individuos están emparentados, posiblemente porque en algún momento, la. población debió reducirse a unos pocos ejemplares, así que los que han sobrevivido son los descendientes de aquellos individuos. Con este nivel de endogamia se crean una serie de problemas reproductivos que pueden hacerla desaparecer sin que haya factores externos, simplemente por esa falta de variabilidad genética.

Para entender la estructura reproductiva de la población (monogamia, poligamia, promiscuidad de las hembras...) era necesario conocer el grado de parentesco entre las crías de un mismo año -si son hermanas por parte de padre o no-, y la única manera fiable de llevarlo a cabo era mediante estos estudios genéticos.

Todo esto no sólo es útil para conocer el funcionamiento de la foca monje, sino que es de vital importancia para la segunda fase de este proyecto, en la que se estudia la viabilidad de la reintroducción de esta especie en las islas Canarias orientales. Se escogerían siempre los animales que genéticamente no fueran parientes muy próximos.

Nocturnidad y cuentas

Una tecnología innovadora en este estudio es la utilización de un minúsculo sensor, denominado TDR (Time-Depth Recorder), que registra la profundidad y el tiempo de buceo. Estos aparatos se han implantado hasta ahora en tres focas, con resultados sorprendentes. Al parecer, las focas son nocturnas. Empiezan a hacer inmersiones a las siete de la tarde y mantienen la actividad hasta la madrugada. Con cuatro meses de edad, una de las focas hizo inmersiones de cuatro minutos y de más de 40 metros de profundidad, en busca de alimento. "Creernos que los adultos tienen que bajar mucho más para encontrar recursos", comenta Alex, Aguilar.Para saber de qué se alimentan, hasta el momento sólo han podido estudiarse contenidos estomacales de animales muertos que ya no estaban en muy buen estado. En todo caso, su menú preferido parecen ser los cefalópodos (pulpos y calamares), langostas, así como congrios.

Conocer el tamaño de la población de foca monje de Cabo Blanco no es nada fácil, asegura Jaume Forcada, el experto en estadística del equipo de la Universidad de Barcelona. Para censar la colonia, se ven obligados a recurrir a modelos matemáticos, fotoidentificación y conteos directos.

Hasta ahora han sido identificados 185 individuos adultos: 35 machos y 150 hembras, y la población estimada está entre los 250 y 280 ejemplares. De la fotoidentificación se encarga un experto en mamíferos marinos, Esteve Grau, responsable también del campamento base en Cabo Blanco.

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