Los Quince renuncian a ofrecer a Cuba un acuerdo de cooperación
Manuel Marín se dispone a tirar la toalla. La Comisión Europea renunciará hoy, casi con certeza, a ofrecer un acuerdo de cooperación a Cuba, el único país de Latinoamérica que no goza de él, convencida de que no podrá obtener ninguna contrapartida, por mínima que sea, en materia de derechos humanos ni de apertura económica, según indican fuentes diplomáticas. La decisión supone un revés no sólo para el vicepresidente Marín, que impulsé el proyecto, sino para la diplomacia española, que lo alentó desde sus inicios.
Isabel Allende, la viceministra cubana de Asuntos Exteriores, llega hoy a Bruselas para celebrar una sesión negociadora. El encuentro será proforma porque la suerte está echada. Prueba de ello es que sólo la recibirá el director de América Latina, Miguel Anacoreta, y no Marín, vicepresidente de la Comisión, quien tiene la intención de escribir en los próximos días una carta al presidente del Consejo de Ministros de la Unión Europea (UE) para comunicarle que no están reunidas las condiciones para proponer un acuerdo de cooperación a Cuba en los plazos previstos. Tal decisión no conllevará la suspensión de la ayuda humanitaria de la Comisión a la. isla, que en 1995 se elevó a unos 3.750 millones de pesetas.La cumbre europea de Madrid pidió en diciembre a la Comisión que presentase un proyecto de mandato negociador con La Habana con el fin de apoyar el proceso de reformas en curso, alentar el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales y ampliar el ámbito de la iniciativa privada y el desarrollo de la sociedad civil".
En la práctica, el propósito era más modesto. Bruselas estaba dispuesta a respetar el carácter socialista del régimen de Fidel Castro, pero deseaba, a cambio de la ayuda al desarrollo, que modificase su código penal para excarcelar al grueso de los presos políticos y ampliase el trabajo por cuenta propia, unos objetivos que consiguió con Vietnam en 1995.
Desde poco después de la cumbre de Madrid se han ido, sin embargo, acumulando los indicios del desinterés o, incluso, la animadversión cubana hacia la mano tendida de la UE. La primera fue, a finales de diciembre, la súbita desaparición del embajador cubano en la capital belga, que no ha sido sustituido; Castro mostró después en febrero, cuando recibió a Marín, escasos deseos de seguir adelante con el diálogo con la UE, y por último, en marzo denegó las autorizaciones de salida a responsables, de ONGs Cubanas invitados por el Europarlamento.
La hostilidad cubana al ofrecimiento quedó sobre todo patente, según fuentes diplomáticas, en el informe aprobado el 23 de marzo por el Buró político del Partido Comunista Cubano. En él se denuncia que frente a la estrategia de enfrentamiento abierto con Cuba desarrollada por EE UU, a la que Rama Carril Uno, existe un Carril Dos, promovido por Europa, que consiste en fomentar "la subversión interna, para corroernos sutilmente por dentro". "El enemigo buscará nuevas vías de penetración y el uso mayor de aquellas ya establecidas desde Europa (...) añade.
En la Comisión se achaca este rechazo por Castro, de 69 años, a la mano tendida desde Europa al convencimiento de que su país puede superar por sí solo la crisis que atraviesa sin hacer concesiones. No en balde, después de padecer una caída del 36% de su riqueza nacional, entre 1989 y 1992, en 1995 la economía experimentó un ligero crecimiento (2,5%) y este año está previsto que alcance el 3%.
Ante el congreso del sindicato único cubano, el comandante aseguró el 1 de mayo que la situación de la isla está "lejos de ser desesperada" y que su recuperación económica estaba dando a EE UU "fuertes dolores de cabeza". Las ínfulas que esta leve mejoría da a Castro también provocan migraña a los europeos.
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