Un político atemperado
Aznar ha tenido en Mariano Rajoy Brey a uno de sus colaboradores más discretos y eficientes y menos ambiciosos de protagonismo público. Gallego, de 41 años, domina el arte de guardar la información que pasa por sus manos y, la vez, sobrevivir sin el estigma de antipático. Alto, de aspecto serio, con barba y gafas, queda atemperado por la expresión de sus ojos, casi infantil, y por un cierto sentido del humor. Dicho lo cual hay que añadir: le habría sentado como una puñalada tener que quedarse en el partido cuando el PP ha podido, por fin, formar Gobierno.Fue la persona en quien confió Aznar para que negociara el pacto autonómico que en 1992 firmaron el presidente del Gobierno y el líder del primer partido de la oposición. El nuevo ministro para las Administraciones Públicas ha estado vinculado a la política autonómica desde que inició su carrera política, con 26 años. Pocos meses después de haber obtenido un escaño en el Parlamento gallego, en 198 1, fue nombrado director general en la Conxellería de Presidencia de la Xunta y cinco años después se convirtió en el vicepresidente de la Xunta, de la mano de Gerardo Fernández Albor.
En la organización interna del partido en Galicia, ha ocupado la presidencia de AP en Pontevedra, y la secretaría general del PP de Galicia, no sin haber mantenido algunas serias discrepancias con algunas decisiones y actitudes de Fernández Albor, Manuel Fraga y algunos dirigentes ocasionales de la derecha gallega.
En 1989, Fraga le compensó su lealtad al partido incluyéndole en la ejecutiva nacional del refundado PP. Y al año siguiente, fue José María Aznar quien, satisfecho con su estilo de trabajo, le ascendió a vicesecretario general, encargado del área de organización. Desde entonces ha permanecido en ese puesto, y ha formado parte del círculo de máxima confianza del líder del PP.
Éste verano difícilmente podrá seguir desde lo alto de un puerto de montaña, como ha hecho en alguna ocasión, el Tour de Francia.