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Un estudio salva del olvido la figura de la pintora modernista Lluïsa Vidal

Algunas obras de la artista se vendieron con la firma de Casas

¿Cómo es posible que en el modernismo no interviniera ninguna mujer? Marey Rudo, investigadora estadounidense afincada. desde hace años en Barcelona, se hizo esta pregunta y encontró no a una, sino a decenas de mujeres perdidas en la nebulosa del olvido. Compositoras, literatas, periodistas, pintoras... De todas ellas rescató a una, Lluïsa Vidal, porque era la única profesional y porque consideró que su pintura, vendida en ocasiones como si fuera de Ramon Casas, merecía entrar en el exclusivo parnaso de la historia del arte.

Marcy Rudo ha escrito, tras tres años de investigaciones, una biografía novelada de Lluïsa Vidal (publicada en catalán por Edicions La Campana) y prepara para marzo de 1997, en el Palau Moja de Barcelona, una exposición retrospectiva -la primera desde 1919- sobre su obra. Con estos dos elementos, Rudo espera demostrar la importancia de Lluïsa Vidal dentro del arte modernista y, lo más interesante, servir de revulsivo para otros estudios similares que salven de la invisibilidad histórica a otras mujeres. ¿Quién era LluÏsa Vidal? A juicio de Rudo, "una gran pintora modernista que nunca tuvo la oportunidad de mostrar lo buena que era". "Fue la mejor pintora modernista catalana y me atrevería a decir que la mejor pintora española de su época. ¿Alguien puede enseñarme alguna otra?".Lluïsa Vidal (Barcelona, 1876- 1918) fue la segunda de una familia de 12 hermanos de la que sobrevivieron 11. De ellos, nueve eran mujeres. Francesc Vidal, el padre, un artesano ebanista de gran prestigio, tenía una obsesión: quería que todos sus hijos fueran artistas. Y casi lo consiguió. Las hijas recibieron clases de música de Enric Granados e Isaac Albéniz y una de ellas, Francisca, fue alumna y finalmente esposa del violonchelista Pau Casals. Otra hija salió poeta, y otra escultora. Los dos hijos resultaron los menos interesados por el arte.

Las peripecias de la familia estuvieron siempre ligadas a las de la pintora, quien, tras un arranque de locura de su padre, tuvo que hacerse cargo solapadamente de mantenerla. Marcy Rudo afirma que el libro es claramente feminista. "El ambiente de Lluïsa Vidal era el feminista de la época. Durante su etapa en París conoció a las mujeres de La Fronde, un diario escrito, editado e impreso exclusivamente por mujeres, y cuando volvió a Barcelona se integró en el grupo de las mujeres feministas cristianas". La autora no puede evitar explicar este mundo en su libro y sorprenderse por las situaciones que sufrían algunas de las pioneras del feminismo en España.

"Lluïsa Vidal no se casó nunca. Tenía clara su carrera y sabía que si se casaba tendría que dejar la pintura", añade Rudo. Aun así, no consiguió plenamente que se la considerara. Presentó numerosas exposiciones, tenía una escuela de pintura, vendió numerosas obras y obtuvo buenas críticas. Pero en la mayoría de ellas se valoraba su pintura "masculina", su fuerza "varonil", su extraño dominio de la técnica "más propio del otro sexo". "La única manera que tenían de hablar de ella era compararla con los hombres. No se daban cuenta de que lo que ella retrataba era un mundo femenino. Sus escenas de género son absolutamente femeninas, reflejan las experiencias y el mundo reducido de una mujer de su tiempo".

Rudo prepara ahora la exposición sobre Lluïsa Vidal en la que, según afirma, "se enseñará lo que podamos encontrar". "La obra está muy dispersa y es difícil de reunir. Hay algunos cuadros en el Museo de Arte Moderno de Barcelona, donde siempre han estado almacenados, en colecciones particulares y en la familiar. Pero sabemos que vendió obra en Madrid, Uruguay, París y Estados Unidos. Por lo que parece, las obras más importantes no se sabe dónde están. Además, algunas se vendieron tras su muerte con la- firma falsa de Ramon Casas. Conozco cuatro casos, pero puede que haya más. A lo mejor ahora aparecen".

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