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El fiscal pide cuatro años de cárcel para el profesor de Química de Salamanca que elaboraba drogas de diseño

El juicio contra Marcial Sánchez Gómez, profesor de Química Orgánica en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Salamanca, acusado de un delito contra la salud pública, por elaborar productos químicos- con una composición que se ha considerado como droga de diseño-, con la denominación PMA, quedó ayer visto para sentencia en la Audiencia de Salamanca. El fiscal, pidió cuatro años y dos meses de prisión y multa de casi dos millones de pesetas para el acusado.En el juicio el profesor de Química declaró que nunca elaboró drogas de ningún tipo, mientras que mantuvo que cuando fue detenido el pasado 26 de septiembre fabricaba una amplia gama de productos de perfumería. Igualmente, afirmó que en fecha reciente había comenzado a elaborar pastillas para favorecer el adelgazamiento, producto éste del que precisó que contaba con un componente bajo de anfetaminas, un 9% frente al 15% habitual.

El profesor, de 44 años, añadió que en esa línea de investigación sobre pastillas contra la obesidad había conseguido un tipo de producto que tenía un cierto parecido con las pastillas denominadas éxtasis, pero que nunca las había utilizado como droga, ni siquiera había introducido el producto en las cápsulas de las que se incautó la policía al detenerle. Por ese motivo, dijo también en la declaración, no ocultó los productos a los agentes cuando fue detenido.

El profesor, que relató sus méritos académicos con 20 años de investigación, llevaba varios meses en baja laboral por depresión, y declaró en la vista que pretendía vender el fruto de su tarea investigadora en tiendas de productos naturistas, motivo por el que apuntó que había entrado en contacto con Antonio Barba Cabanillas. Barba Cabanillas, de 32 años, para quien el fiscal pide las mis mas penas que para el profesor, está acusado de ser socio de Marcial Sánchez y encargado de la distribución de la droga de diseño en discotecas del ámbito de Salamanca y en otras de Levante. Sánchez González reconoció que había entregado a Barba algunas pastillas, pero se trataba, dijo, de un producto para no dormir, nunca drogas de las llamadas de diseño.

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