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UNIVERSIDAD: LA PRUEBA DE INGRESO

Termina en tablas un debate público entre estudiantes sobre la selectividad

Antonio Jiménez Barca

Un auditorio algo despoblado -unas cincuenta personasa- cogió el pasado martes. en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Complutense un debate sobre la prueba que decide, año tras año, el futuro de los alumnos de COU, esto es, la selectividad. Seis estudiantes de distintas carreras se encargaron de aportar razones a favor y en contra. Los términos "injusta", arbitraria", "sin sentido" salieron a relucir por parte de los tres estudiantes en contra; los tres que defendían la prueba adujeron que es "necesaria", "insustituible" y un "espejo de la vida". Todos estuvieron de acuerdo, eso sí, en que la prueba actual hay que modificarla.El debate lo abrió una chica de frenético ritmo expositivo que comenzó recordando el nombre de un amigo: "Se llama Israel, y ya no sé ni dónde está ni lo que estudia, porque suspendió. Quería ser fisioterapeuta, de eso sí que me acuerdo, y de que era un excelente estudiante. Esto demuestra que la selectividad es injusta", decía la universitaria Ana Belén Roy, estudiante de Ciencias Políticas.

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El público y el jurado

Manojo de nervios

"La selectividad", prosiguió la chica, algo apurada porque el moderador ya iba a tocar la campanita que indicaba que su tiempo terminaba, "no garantiza que se corrija objetivamente, y la gente va desinformada, hecha un manojo de nervios. Provoca una... [suena la campanita] ¿Tengo que callarme? ¿No?, pues provoca una depresión".Le tocó el turno entonces a Ricardo Sandoval, estudiante de cuarto de Periodismo. Pertenecía al equipo de los que estaban a favor y también comenzó con un recuerdo: "Cuando yo hice la selectividad iba muerto de miedo. Yo allí me fumé mi primer cigarro. Creía que era injusto, que había que boicotear todo aquello. Ahora pienso que estaba equivocado: la masificación me ha enseñado que no todo el mundo tiene que estar en la universidad. Los filtros son necesarios. Algo tiene que haber que evalúe la madurez".

"¿Y tú crees que la selectividad actual mide la madurez? No me hagas reír", contraatacó una componente del equipo de estudiantes en contra.

Ricardo no se amilanó: "Pues el comentario sí la mide; tendría que ser más largo, pero, tal y como está, sí la mide. Y una cosa: no no! engañemos, la sociedad es competitiva y la selectividad nos pone enfrente de la vida. Es una prueba competitiva como la vida misma".

Entonces se levantó Mar López Patón, estudiante de Económicas, y dijo: "Para mí, se mediría mejor la madurez de los alumnos de bachillerato si a lo largo de los años de BUP y COU se les hicieran pruebas a tal el efecto. Un equipo de psicólogos llegaría a conclusiones más acertadas que un examen en el que se pone nerviosa la mayoría de la gente".

Un estudiante de Políticas, Juan Manuel Lámana, expuso entonces: "El problema es que en los centros privados las notas y las pruebas de madurez se pueden hinchar, y eso no sería justo ni equitativo".

Mar López supo qué contestar: "En la LOGSE se podría prever que eso no fuera así. Así de fácil".

Le llegó el turno de palabra a Miguel Cánovas, diplomado en odología: "Buenos días, querido público", dijo a modo de introducción. "Yo digo", prosiguió, "que somos muchos y debemos respetar estos controles. ¿Os imagináis que todos quisiéramos ser ingenieros de caminos, o más simplemente, que todos quisiéramos ir a la universidad?", se preguntó. "Además", prosiguió, "la vida es una costante prueba y eso hay que aceptarlo; de moménto la selectividad, creo, es algo que funciona. Eso es todo".

Elena Cebrián, del equipo en contra, añadió: "¿No será que una universidad sin límite cuesta más dinero? Para mí no funciona. No pasan los más preparados, sino los que se ponen menos nerviosos. ¿Cómo va a ser justo algo que se decide por una décima arriba o abajo? Por favor, seamos serios".

Juan Manuel Lámana, estudiante de quinto de Políticas, fue el penúltimo en hablar: "Yo suspendí la selectividad, y perdí un año. Quería hacer Publicidad, y al final tuve que hacer Políticas, carrera que ahora me gusta mucho. Cuando me dieron la nota del examen me quedé traumatizado. Pero hoy día ya no lo veo tan injusto. Y os voy a decir por qué: yo entonces no iba preparado. Simplemente, eso es lo que pasó. Y culpar a las instituciones de tu fracaso es menospreciar a los compañeros que en tu misma situación, y en iguales condiciones que tú, aprobaron. Además, la selectividad me despertó al mundo real que nos rodea".

"Me parece muy bien todo", le contestó Ana Belén Roy, "pero has dicho que perdiste un año entero, y a lo mejor si hubieras ido a Publicidad serías más feliz".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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