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"Los expertos reconocen la homosexualidad de Cervantes"

Amelia Castilla

Fernando Arrabal asegura que siempre tiene la sensación de no merecer los premios que le otorgan. "A la vejez viruelas", exclamó ayer al enterarse del último, el concedido por la Sociedad, de la Gente de las Letras Francesas a Un esclavo llamado Cervantes (Espasa Calpe), su último libro, que ayer presentó en Madrid y en el que ejecuta "un ejercicio de admiración" hacia el autor de El Quijote.Fiel a su temperamento barroco, Arrabal, de 62 años, no realiza una biografía, lineal de su, admirado Miguel de Cervantes (1547-1616). Mezcla el humor, el amor, el erotismo, la angustia y el pánico apoyado en una amplia documentación en la que se recogen también dibujos, pese a que apenas se conservan documentos notariales sobre la persona de este autor universal, quién únicamente vendió 800 ejemplares de El Quijote mientras vivió.

Arrabal habla lo mismo de las vacas locas -"una enfermedad que la provoca una hipótesis"-, que del movimiento surrealista al que perteneció, que del ajedrez, un juego que le apasiona, o de las tertulias. El mismo tiene una en la que se abordan temas científicos. Lo único que no le interesa es la política, materia de la que apenas ha escrito unas 200 páginas.

Su capacidad para la dispersión es única. El libro, que ahora se publica en España, llevaba en la cabeza de este escritor mucho tiempo: "Desde que mi padre, un gran admirador de Cervantes, actuó de manera quijotesca el 17 de julio de 1936, en Melilla, cuando decidió no apoyar el alzamiento nacional".

El contemporáneo

"El momento actual es extraordinario para la filosofía, el teatro o la poesía, por eso trato a Cervantes como a un contemporáneo; me interesa especialmente la modernidad con que abordó el tema sexual y homosexual o cómo trató a la mujer. Abordo también su faceta de escritor talmúdico y emigrante", aseguró ayer el escritor, quien se mostró encantado de hacer coincidir la presentación de Un esclavo llamado Cervantes con la entrega hoy del Premio Cervantes a Camilo José Cela.El libro, que llega a España precedido por los elogios de la crítica francesa, parte de un singular documento, fechado en 1569 y descubierto en 1820 según el cual Miguel de Cervantes fue acusado de homoxesualidad cuando tenía 21 años y condenado por el rey de España a la amputación de su mano derecha y a un destierro de diez años. "A finales del siglo pasado y hasta comienzos de éste, los prejuicios impedían muy a menudo contemplar la figura de Cervantes como la de un hombre ejemplar y heroico. Había que borrar su ascendencia y querencia, pero en el siglo XX los mayores cervantistas reconocen su origen judío y su homosexualidad".

Fiel a su imagen, el escritor afincado en París asegura que las personas que son felices no escriben, "viven su felicidad". Arraba, que está a punto de publicar un nuevo libro sobre su teatro, asegura que el momento actual es "formidable" y que un grupo de lectores y de creadores están formando las estructuras que dentro de 50 años se adoptarán. "Como diría Cervantes, la libertad, el amor y la poesía están guiados por una estrella de tres puntas".

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