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EL POLVORÍN DE ORIENTE PRÓXIMO

Irán se incorpora al proceso de paz como elemento clave para solucionar la crisis de Líbano

ENVIADO ESPECIALIrán consiguió ayer ser incorporado al proceso de paz en Oriente Próximo y quizás tiene la voz más influyente en el coro de mediadores que buscan poner fin a la nueva y sangrienta guerra en Líbano. Su ministro de Exteriores, Alí Akbar Velayati, llegó a Damasco con la carta de Hezbolá en la mano y dispuesto a jugarla, aparentemente a la espera de que la diplomacia siria y francesa logren explicar al secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, que Irán no puede ser excluido de la ecuación de paz en la zona.

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Mientras la diplomacia norteamericana se movilizaba en pleno, sobre todo para extraer a Israel de un conflicto que puede determinar la fisonomía del nuevo Gobierno en las elecciones generales del 29 de mayo, en el sur de Líbano no se registraron síntomas de que la operación Uvas de la Ira fuera a disminuir en intensidad. La aviación y la artillería israelíes volvieron a bombardear presuntas posiciones de Hezbolá en las desiertas aldeas del sur del país y sus cañoneras ancladas en el Mediterráneo mantenían con sus ráfagas cerrada la. carretera costera que une Beirut con las ciudades y pueblos del sector meridional.Pero la gravedad del acoso, que causó al menos la muerte de otras tres personas -un civil y dos soldados del Ejército libanés- quedó eclipsada por las expectativas en la misión diplomática, en la que participan además de Christopher y Velayati, sus homólogos de Rusia, Francia e Italia -ésta última como presidenta de la Unión Europea-, además, claro está, de los anfitriones sirios. Christopher, que se entrevistó de inmediato con el presidente sirio, Hafez el Asad, llegó con la ostensible intención de resucitar el acuerdo verbal entre Israel, Líbano y Siria que en 1993 logró silenciar los cañones israelíes y las baterías de Hezbolá. Hoy, Líbano y Siria quieren un acuerdo similar pero esta vez por escrito y con una mención de la ocupación israelí del sur del Líbano como el factor principal de las hostilidades. Todo esto forma parte del plan de paz francés, aceptado, en principio, por lrán, Hezbolá, Siria y Líbano, pero rechazado por Israel antes de disparar contra el refugio de la ONU. Esa matanza ha colocado al Gobierno israelí en una posición tan difícil que su posición negociadora se ha debilitado y no tendrá más remedio que aceptar lo que le brinde la comunidad internacional.

El primer ministro libanés, Rafic Hariri, que inició los contactos con Hezbolá el jueves advirtió que podía persuadir a los guerrilleros shíies de suspender sus ataques contra Israel "en unos tres o cuatro días" con objeto de poner fin a la crisis. Dos asesores de Hariri dijeron ayer que el Gobierno de Beirut se siente capaz de neutralizar la influencia de Irán, cuyo líder espiritual, el ayatolá Alí Jamenei, exhortó el viernes a Hezbolá a intensificar su guerra de liberación.

La presencia de Velayati en Damasco no deja dudas sobre la importancia que Siria ha decidido otorgar al papel de Teherán, pero esa misma presencia entraña serios desafíos a los mecanismos de negociación. "La interferencia de Irán va a producir complicaciones", pronosticó un alto funcionario del Gobierno libanés preocupado por las dimensiones políticas que puede adquirir la firme alianza de Teherán con los guerrilleros cuya campaña ha catapultado la ocupación israelí del sur del Líbano a la cabecera de la agenda de paz en la zona.

Problema de fondo

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Hariri se ha convertido en el campeón de la causa de la liberación del sur y difícilmente puede ahora distanciarse del argumento básico de la resistencia: el problema de fondo es la ocupación israelí, no la agresividad de la guerrilla. Lo que queda por ver, sin embargo, es si Hariri se va a convertir en el vehículo visible de las demandas de Hezbolá e indirectamente de Irán, en los contactos con los norteamericanos. Como el Gobierno de Beirut tiene que comulgar invariablemente con la estrategia siria, las demandas de cumplimiento de resoluciones de las Naciones Unidas -que abogan por la devoluciónn de tierras árabes capturadas por Israel- van a ser lo que un veterano analista de la escena medioriental describió como "el prólogo de una nueva base de negociación entre Siria e Israel".En Beirut anoche predominaba la impresión de que a fin de conseguir un avance diplomático significativo, Estados Unidos va a tener que aceptar que sus propósitos originales y los de Israel -culpar de toda la crisis a Hezbolá y a Irán- eran demasiado ambiciosos. Con este propósito viaja hoy Christopher a Jerusalén, que será quien se encargue de convencer al Gobierno isrelí de aceptar lo supuestamente acordado en Damasco.

El jefe de la diplomacia francesa, Hervé de Charette, por su parte, será quien informe al presidente de Líbano, Elías Haraui, de las conversaciones mantenidas en Siria con sus homólogos de Irán, EE UU, Rusia e Italia.

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