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Escaso riesgo de guerra

Antonio Caño

No existen razones de peso para pensar en el peligro de un conflicto inminente en la península coreana. Uno de los argumentos más utilizados para alertar de ese riesgo ha sido el de la crisis política y económica en Corea del Norte. Kim Jong II, aparentemente cuestionado por algunos mandos del Ejército, todavía no ha podido asumir la jefatura del Estado y el liderazago del partido. Al mismo tiempo, distintos informes han coincidido en que la escasez de comida y de petróleo ha alcanzado niveles dramáticos en el país.Estos son, sin embargo, elementos que también sirven para descartar la posibilidad de una guerra. "Es impensable que un país sin gasolina ni liderazgo político se meta en un conflicto que no puede ganar", opina un diplomático occidental.

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Corea del Norte no sólo carece de combustible y de presidente, sino también de aliados. China, que combatió junto a los norcoreanos en la guerra de secesión, se ha distanciado del régimen estalinista de Pyongyang, y es dudoso que lo respaldase en una aventura militar.

En realidad, los únicos, aparte de la prensa internacional, que hicieron sonar los timbres de alarma en la península de Corea fueron los equipos propagandísticos de los Gobiernos del Norte y del Sur. En Pyongyang, con el claro objetivo de entrar en la agenda de preocupaciones de EE UU. En Seúl, con el fin de aumentar la popularidad del presidente Kim Young Sam, quien, efectivamente, obtuvo en las legislativas del pasado jueves mejor resultado que el que su discutida gestión hacía pensar.

Estados Unidos nunca cayó en esa trampa propagandística ni su reacción pasó de llamar a Corea del Norte a respetar los términos del armisticio. Ayer mismo, el secretario de Defensa norteamericano, William Perry, aseguró en Tokio que el propósito del movimiento de tropas norcoreanas no era provocar una guerra sino forzar la negociación con Washington de un tratado bilateral.

La situación será de nuevo discutida hoy por Bill Clinton y el presidente Kim durante la escala que el presidente norteamericano hará en la isla surcoreana de Cheju. Clinton ratificará, sin duda, la decisión de EE UU de permanecer en Corea del Sur para proteger a este país frente a cualquier intento agresivo del Norte.

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