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Clinton llega hoy a la última frontera de la guerra fría

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIALUn recién llegado a Seúl puede reaccionar con temor al oír el sonido de las alarmas antiaéreas que a media tarde interrumpen el ajetreo callejero. Pero para los 13 millones de habitantes de esa ciudad, que escuchan esas sirenas una vez por mes desde hace 40 años, no son ningún motivo de preocupación. « Algo parecido puede haber ocurrido con los recientes movimientos de tropas de Corea del Norte en la zona desmilitarizada: interpretados en el extranjero casi como un preludio de guerra, pero conocidos por los surcoreanos sólo como una expresión más del deseo de sus vecinos por llamar la atención del mundo. En Panmunjom, en la frontera entre las dos Coreas, el único signo de que algo diferente ha sucedido en los últimos días es que los vigilantes del lado norte no visten el brazalete al que están obligados por el armisticio de 1953. El presidente Bill Clinton mantendrá hoy en Corea del Sur una cumbre con el presidente Kim Young Sam.

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Escaso riesgo de guerra

El Gobierno de Corea del Norte, ansiado de su reconocimiento como Estado independiente, ha denunciado ese armisticio y ha declarado su deseo de negociar un tratado formal de paz. Para expresar ese deseo con algo más que palabras movilizó el primer fin de semana de este mes, por tres días consecutivos, poco más de un centenar de soldados en el lugar más vigilado de la línea de demarcación.Seúl y Washington recibieron el mensaje, pero nadie tiene por el momento ideas muy originales sobré cómo atacar el meollo de la cuestión: quienes, cuándo y cómo negociar un tratado de paz.

"Mientras tanto es de esperar por parte de Corea del Norte otros gestos similares para seguir incordiando, pero no existen elementos que hagan pensar, por el momento, en un conflicto bélico", afirma un diplomático occidental en Seúl.

Ese punto de vista es compartido por la empleada de la agencia de viajes que cada día organiza rutas turísticas por Panmunjom: "El negocio continúa. Nosotros hemos preguntado a las autoridades porque no queremos someter a nuestros clientes a ningún riesgo. Pero nadie nos ha dicho que exista ningún peligro".

Los turistas visitan, entre otros lugares, el modesto edificio rectangular en el que periódicamente las partes se reúnen para discutir algunos problemas técnicos en la zona desmilitarizada. Sólo está permitido acercarse hasta la raya divisoria pintada en la mitad de la habitación, pero los soldados norcoreanos se asoman a las ventanas para dejarse fotografiar y toman a su vez fotos de los visitantes.

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En una inesperada apertura, el presidente Clinton propuso ayer a su llegada a Corea del Sur una cumbre a cuatro en la que deberían participar, además de las dos Coreas, Estados Unidos y China. Se espera que hoy se haga pública oficialmente la oferta.

De un lado y de otro de la frontera entre las dos Coreas es constante la observación mutua por medio de prismáticos. El movimiento de tropas y de vehículos militares es también muy intenso, como corresponde al área de mayor concentración bélica del mundo: 37.000 soldados norteamericanos, 650.000 surcoreanos y 1.100.000 norcoreanos, vigilando una franja de unos 240 kilómetros de largo y cuatro de ancho.

"Yanquis, a casa"

Tal despliegue militar le da a la zona, sin duda, un clima de gran tensión, a la que contribuyen los carteles propagandísticos luminosos colocados de ambos lados. "Tenemos él mejor presidente", "Yanquis, a casa", dicen los carteles del Norte; "Corea da la bienvenida a sus hermanos del Norte", dicen los del Sur.Esa tensión es, en parte, muy justificada. La división de las dos Coreas ha dado lugar a dramas humanos que no se han conocido en ninguna otra partición conocida en el mundo. El intérprete de EL PAÍS es ejemplo de una situación que viven miles de coreanos: su suegro dejó en el Norte a una esposa y cinco hijos de los que no ha vuelto a saber nada desde el final de la guerra. Incluso las comunicaciones telefónicas y postales entre los dos países están prohibidas.

Además de eso, desde 1953 hasta la fecha han muerto en la zona desmilitarizada medio centenar de soldados estadounidenses y un millar de surcoreanos en diferentes incidentes aislados. "El trabajo aquí consiste en estar preparado siempre para algo que no se sabe si puede ocurrir", afirma el capitán John Toth, portavoz de las tropas norteamericanas, formalmente consideradas como fuerza de paz de las Naciones Unidas.

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