Corea del Norte desafía por tercera vez al Sur con otra incursión relámpago hacia su frontera
Corea del Norte volvió a retar ayer a su vecino del Sur, por tercera vez en tres días, en una nueva incursión dentro de la zona desmilitarizada de 4 kilómetros de anchura que divide la península surasiática, seguida le la retirada de tropas, en clara violación del amijsticio que rige desde el fin de la guerra civil en 19:53. Pyonpgyatng anunció el jueves pasado que no reconocerá a parti rde ahora tal acuerdo. El Comando de la ONU en Corea del Sur, que dirige EE UU, calificó de preocupantes estos movimientos hostiles, pero consideró improbable que sean el preludio de un ataque armado.
Más de trescientos soldados -provistos de fusiles sin retroceso, morteros y ametralladoras y a bordo de 12 camiones cruzaron al caer la tarde (hora local) la zona desmilitarizada y entraron en la denominada área de seguridad conjunta, en un gesto análogo al ocurrido el día anterior y el viernes por la noche, informaron fuentes del Comando de la ONU. Los efectivos construyeron una serie de posiciones de defensa y se retiraron dos horas después con sus armas hacia el Norte."Pese a la preocupación existente por los insólitos movimientos militares de Corea del Norte, el Comando de la ONU no espera que se produzcan otras acciones que hagan temer una amenaza inminente", declaró Jim Coles, portavoz de las tropas de las Naciones Unidas que vigilan el área. Coles no descartó nuevas incursiones.
El presidente de Corea del Sur, Kim Young Sam, que ha definido las hostilidades como una "provocación premeditada", ha puesto en estado de máxima alerta a las Fuerzas Armadas, pero también ha hecho un llamamiento a la calma a todo el país. La Primera División surcoreana, desplegada a lo largo de la zona desmilitarizada, está preparada para intervenir y repeler cualquier ataque en caso de que sea necesario, ha indicado el Ministerio de Defensa en Seúl.
El Tratado de Armisticio prohibe la presencia -en uno y otro lado de la zona desmilitarizada- de más de 35 soldados y oficiales, así como de armas pesadas dentro del Área de Seguridad Conjunta. Trazada a lo largo del paralelo 38, la línea de demarcación de los dos países corre a través de un estrecho pasillo desmilitarizado, de cuatro kilómetros de ancho por 242 de largo, que actúa como de colchón ante un eventual ataque. En esa área situada a tan sólo 58 kilómetros de Seúl, la capital surcoreana, se halla Panmunjom, donde se levantan los pabellones en los que se celebraban hasta ahora las reuniones de la Comisión de Armisticio.
Contactos infructuosos
El Comando de la ONU, que ha definido estas tres incursiones como de actos "muy graves", trata -infructuosamente hasta el momento- de ponerse en contacto con el Gobierno norcoreano para recibir de primera mano una explicación al respecto.
Los incidentes se producen a escasas fechas de la breve visita que el presidente norteamericano, Bill Clinton, realizará a Corea del Sur, el próximo día 16. Los analistas sostienen que, con la denuncia del armisticio y los amagos de escaramuzas en la frontera, Corea del Norte busca un tratado de paz por separado con Estados Unidos y abrir así una cuna en la alianza entre Washington y Seúl. Los norteamericanos, que tienen 37.000 soldados desplegados en. el sur de la frontera, ya han repetido que, pese a su interés en mejorar las relaciones con Pyongyang, no incluyen en sus planes marginar a Seúl.
Los observadores opinan que Corea del Norte puede haber calculado mal sus pasos con esta provocación y que el principal beneficiario será Kim Young Sam. El presidente surcoreano y el Partido de la Nueva Corea (PNC), la formación en el poder, tiene un dificilísimo compromiso en las elecciones legislativas del próximo jueves. Kim afronta acusaciones de corrupción de antiguos colaboradores y de quienes cuestionan la financiación de la campaña electoral que le llevó a la presidencia de la nación en 1992. Sus antecesores Chun Doo Hwan y Roh Tae Woo están en la, cárcel y han sido procesados por golpismo y soborno.
La oposición surcoreana confiaba en que el partido del presidente perdiera la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional en los comicios del jueves, pero ahora teme que el empeoramiento de las relaciones con el Norte y la tensión reinante en la frontera beneficie al PNC. De hecho, dirigentes del partido en el poder hicieron este fin de semana llamamientos al electorado para que vote por un Gobierno fuerte y de unidad nacional, con el fin de afrontar con mayores garantías las hostilidades del Norte.
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