Charris pinta con '300 exploradores'

"La pintura no es sólo el acto físico. Mi trabajo se parece a un collage. Es como si tuviera unas tijeras; voy sacando cosas de aquí y de allá de los libros que me gustan, de los paisajes que he visto o de algo que me ha llamado la atención en una revista, y luego lo junto todo". El pintor Ángel Mateo Charris (Cartagena, 1963) define así su trabajo cotidiano. 300 exploradores, la exposición recién inaugurada en la madrileña galería Sen -hasta el 24 de abril-, refleja en 16 óleos el mundo mágico y misterioso que rodea a este artista: aviones encallados en una playa, camellos en medio de la nieve o arqueólogos tomando nota en el sitio equivocado."Siempre me ha marcado mucho el paisaje de la zona", asegura el pintor. La luz del atardecer en La Manga del Mar Menor, la contaminada playa de Portman y la decadencia de Cartagena se han convertido en la principal fuente de inspiración de este artista que se niega a escuchar las voces de los que le dicen que debe viajar más y relacionarse con la gente que está de moda. ''No hay nada más moderno que retirarse a una pequeña ciudad de provincias", aseguraba antes de viajar a Madrid.

Niega Charris que trabaje con una gama concreta, aunque "luego, cuando ves los cuadros, sí que sale". Desde que finalizó sus estudios en la Universidad de Bellas Artes de Valencia, Charris apostó por lo figurativo. Sólo un puñado de artistas de su generación tomó el mismo camino y ninguno parece arrepentirse de haberlo hecho. "Hay cosas que busco expresamente, sobre todo la luz. Me gusta también que parezca que hay algo raro y misterioso, como que pasa algo por detrás de la imagen". 300 exploradores es el resumen de muchas horas de trabajo. "A veces tengo un título y a partir de ahí pinto, y otras voy trabajando a medida que tengo inspiración sin seguir una línea determinada".