_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Putas, monjas y melatonina

La mayoría de los grandes vive ya lejos de Los Ángeles

ENVIADA ESPECIAL Hollywood ya no es lo que era. La mayoría de los grandes vive lejos de Los Ángeles -Montana, Utah-, y en esta ciudad sólo permanecen ejecutivos de los estudios y los "mamá, quiero ser artista" que llenan los locales públicos. Anoche estuve en Barefoot, un restaurante de Melrose Avenue, y la experiencia fue desoladora. Todos los clientes trataban de parecerse a Keanu Reeves y todos los camareros parecían estar atendiendo mesas entre dos castings, precisamente, de Melrose Place. Tiene razón la revista Vanity Fair cuando señala las diferencias que existen entre la llamada meca del cine de hace medio siglo y la de ahora. Entonces, el colmo de lo progre era alistarse como voluntario en la guerra civil español a ahora, una simple cena con Tim Robbins y Susan Sarandon -la pareja liberal por antonomasia- ya les parece tan fuerte como luchar en el frente del Ebro. Por lo demás, todos le dan duramente a la melatonina, un relajante que ofrece dulces sueños y una vaga promesa de detener la vejez.

Yo me he apuntado rápidamente al pastillamen, y por eso, hace un par de días, no me tembló el pulso cuando le arreglé el cuello de la camisa a Bela Lugosi, es decir, Martin Landau, el actor que le da vida en Ed Wood. Mi mayor curiosidad residía en verle de cerca el peluquín -posee una de las más profusas e insondables colecciones de Hollywood-, y por eso me añadió al equipo de Canal + que le iba a entrevistar, en el papel de señorita retoques. Cuando tuve su cráneo a mi alcance comprendí lo que hacen el talento y la veteranía: llevaba una casi perfecta peluca que le hacía parecer sólo medio calvo.

Por Fin se ha sabido quién será el galán que acompañará a Claudia Schiffer y Naomi Campbell en el número inicial de la gala de los oscars. Será Pierce Brosnam, con lo cual todos hemos dado un suspiro de alivio, pues temíamos que fuese Roseanne. A Brosnam le han preparado una gracia del tipo: "007 ha pasado un año muy agitado protegiendo a la reina de los escándalos". Lo cual casaría muy bien con la presencia de Lady Di entre los invitados, rumor que circula por aquí, aunque nadie lo cree.

La única certeza que hoy nos asiste es que Sharon Stone, candidata al oscar a la mejor actriz por su estupendo trabajo en Casino, irá vestida de Valentino, no sólo porque rima, sino porque es su favorito de siempre. Y otro chisme de trapos: el modista local Isaac Misrahi se ha negado a hacerle el traje a Nicole Kidman porque la encuentra muy mayor. Sí vestirá a la candidata al premio a la mejor secundaria, Mare Winningham -por Georgia-, quien, a su vez -el mundo es un pañuelo-, estudió arte dramático cuando era adolescente con Kevin Spacey, el inquietante actor de Seven y Sospechosos habituales, por la que está nominado como secundario. En aquellos tiempos, no se lo van a creer, Spacey y Winningham interpreta ron juntos, en el colegio, Sonrisas y lágrimas como los empalagosos Von Trapp.

Volviendo a Sharon Stone, tiene probabilidades de hacerse con la estatuilla, entre otras cosas porque los papeles de prostituta son muy valorados por la Academia. Helen Haye, Elizabeth Taylor y Shirley Jones se hicieron con el oscar por interpretar a respectivas zorras. La verdad es que si aceptamos que la de prostituta es la profesión más antigua del mundo, tendremos que convenir en que la segunda más antigua es hacer de puta en el cine.

Este año el elenco de candidatas al premio a la mejor intérprete parece un catálogo de estereotipos femeninos: ama de casa (Meryl Streep por Los puentes de Madison County), virgen inglesa (Emma Thompson por Sentido y sensibilidad), monja (Susan Sarandon por Pena de muerte) y dos prostitutas: Stone y Elizabeth Shue, por Leaving Las Vegas. Ello no es todo, porque en la categoría de secundarias tenemos a Mira Sorvino, la esplendorosa buscona de Poderosa Afrodita. Sepan que se ha liado con Quentin Tarantino -uno de los tipos más odiados por la industria-, quizás porque ambos comparten una pasión desaforada por la comida basura. Se les ve a todas horas comiendo unas pizzas repugnantes.

Para desengrasar, tenemos a Babe, el cerdito que no quiso ser bacon y que ha empujado a un montón de norteamericanos a hacerse vegetarianos. James Cromwell, nominado como secundario por su interpretación del granjero, va por ahí declarando que nunca ha sido más feliz que trabajando entre cerdos, y él sabrá por qué lo dice, ya que nació en esta industria. Su padre era el director John Cromwell y él está casado con la hija de Lee J. Cobb.

Recientes noticias afirman que Steven Seagal y Will Smith -otro afroamericano del que ha echado mano la Academia para defenderse de los ataques de la minoría negra- se han incorporado a la ceremonia de entrega. Por último, Forest Whitaker, el simpático actor de Juego de lágrimas y Smoke, ha sido detenido por conducir embriagado. Y digo yo que seguro que lo hizo para olvidar la afrenta de que no le hayan nominado por su debú como director en la, por otra parte, insignificante Esperando un respiro. No debe estar informado de que, con melatonina, estos disgustos se pasan en un pis pas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_