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Almudena Grandes: "Mi relación con la comida es imposible y mítica"

En 'Modelos de mujer' recopila siete relatos

Amelia Castilla

El deseo y la comida son temas recurrentes en el mundo narrativo de Almudena Grandes (Madrid, 1960). En Modelos de mujer (Tusquets Editores), una recopilación de siete cuentos escritos y publicados entre 1989 y 1995, las protagonistas no son ajenas a esas obsesiones. "Todas tienen algo en común; son mujeres que ajustan cuentas con la vida, se enfrentan a un hecho extraordinario y aprovechan esa circunstancia para torcer el destino a su favor", aseguró ayer la autora.

Cuando Almudena Grandes leyó El oficio de vivir de Cesare Pavese se quedó con la cita: "En el fondo el placer de follar no supera al de comer. Si estuviera prohibido comer como está lo otro, habría nacido toda una ideología, una pasión del comer con normas caballerescas". Su vida, hasta cierto punto, ejecuta esa sentencia de Pavese. "Me gusta comer, pero me paso la vida sin comer. Mi relación con la comida es imposible y por eso la mitifico. Para que yo me tome unas tortitas con nata tengo que vender 100.000 ejemplares", explica Grandes al tiempo que aclara que el sexo no la interesa desde el punto de vista narrativo porque ella escribe sobre el deseo.Los relatos incluidos en Modelos de mujer decidió publicarlos porque "todos exploran, vuelven o anticipan novelas que escribí después". El tiempo que tardó en redactarlos es el mismo que ha necesitado para comprender que lo suyo es la novela. "Me gusta mucho empezar a escribir cuentos, pero cuando estoy empezando a disfrutar de verdad, me doy cuenta que mi trabajo excede ya, en cinco o seis folios, el límite requerido, y siempre los termino con cierta tristeza". En este momento escribe una novela "muy larga". Se encuentra en la fase primeriza, pero ella sabe, que pasará mucho tiempo antes de que la termine.

Cosas cercanas

Con tres obras a sus espaldas (Las edades de Lulú, Te llamaré Viernes y Malena es nombre de tango), la escritora ya ha asumido que lo más cambiante y misterioso que hay en la vida son las cosas que te rodean. "Escribo sobre cosas cercanas, mí país, la gente de mi edad..., cuanto más miro lo que me rodea más me fascino. Si me fuera lejos, en busca de lugares exóticos me quedaría sin nada que decir enseguida".Uno de los temas recurrentes de su obra literaria son las consecuencias que tiene el ser amado. "Cuando te enamoras te ves con los ojos de esa persona, quien a su vez te impone su visión. Creo que se trata de un fenómeno universal, uno de esos momentos en los que la vida roza la magia", aclara.

Las edades de Lulú y Malena es nombre de tango, han sido llevadas al cine, la última todavía sin estrenar, -"las películas acaban fijando la imagen de las novelas", pero ella prefiere a los lectores que llegan a su obra a través de las páginas impresas. Suscribe la frase de Stendhal cuando dijo que escribía para traspasar el corazón de un solo lector. Por eso le encantó escuchar la pasada semana a una lectora que, en el curso de una conferencia de la escritora, le espetó: "Comprenderás que después de leer Malena es un nombre de tango no vaya a ver la película".

Ahora, cansada de la notoriedad que le produjo Las edades de Lulú, su primera novela con la que ganó el premio La Sonrisa Vertical de la que se han vendido más de un millón de ejemplares y ha sido traducida a 19 idiomas, procura dosificar su asistencia a eventos y tertulias. "'Yo de tía no quiero ejercer. Lo de la cuota me saca de quicio. Paso por antipática, pero cuando me llaman y me piden que asista a algún sitio porque no va ninguna mujer, me niego en redondo".

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