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Tribuna
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Una fijación infantil

Juan José Millás

José María Aznar ya se había puesto una cortinilla en el coche al objeto de que los mortales no le vieran meterse el dedo en la nariz mientras se desplazaba a Génova. Mal hecho. Para la cortinilla, además de mayoría absoluta, se necesitan dos o tres discos de platino y una limusina como la de Julio Iglesias. Un Audi con cortinas es como una bicicleta con airbag. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Si andas por ahí vendiendo que eres una persona normal, no puedes aislarte de esa forma antes de haber cazado el oso, digan lo que digan los sondeos, porque la gente lo ve en el Telediario y, si aún no ha votado, se lo piensa. A Aznar le ha perdido ese capricho de jeque árabe extemporáneo y delator. Mucho soy un hombre normal y un hombre honrado y un funcionario público en excedencia, pero en cuanto le dijeron que los sondeos le daban mayoría absoluta sacó la cortinilla del bolsillo, que la llevaba allí desde que tomó la Primera Comunión de almirante, y la colocó en la ventana del automóvil para que no le vieran. O, mejor aún, para que vieran que no podían verle.No le habría costado nada pedir un coche con los cristales ahumados, que son más discretos, pero lo de la cortina es, sin duda, una fijación infantil y no hay jefe de prensa ni asesor de imagen capaz de combatir deseos tan profundos. Ahora va a ser muy difícil que le creamos lo de tender la mano. Ha tendido las manos más veces que Felipe las ha puesto en el fuego. Dime de qué presumes. Además que, si sigue tendiéndola de forma compulsiva, van a acabar echándole cinco duros cuando lo que necesita es una cuerda, un flotador, una hipoteca. Decía que no estaba dispuesto a gobernar con hipotecas y va a tener que pedir dos y a bancas tan despechadas como la catalana y la vasca, a las que ha puesto a caer de un burro en apenas quince días. Y a esos señores no puedes presentarte en un Audi con cortinillas porque se mueren de risa si ven que tienes ese sarampión capitalista de hace 50 años. Un director de sucursal te ve llegar así y lo primero que piensa, con razón, es que escondes algo detrás de la tapicería. Y, luego, ponte a rellenar papeles en euskera y en catalán. Lo peor son los trámites, sobre todo si has hecho una campaña en plan españolista. Aznar debe de estar a punto de comprender que lo de la publicidad del PSOE en Cataluña no era un rasgo de cobardía, sino un gesto de sensatez.

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Lo malo es que ahora no va poder prescindir de la cortina, a pesar de lo que le aleja del contribuyente, para que no le veamos llorar mientras va de Pujol a Arzalluz pidiendo que le rebajen un par de puntos de interés porque ha prometido gobernar sin hipotecas. Los intereses se lo comen todo. A ver ahora cómo reduce los impuestos y aumenta las prestaciones y paga 30.000 a los soldados. Y con problemas en casa, que la noche de la victoria pírrica no estaba, por ejemplo, Ruiz-Gallardón en el balcón del éxito desesperado. Y es que con una cortinilla no es posible tapar tantas vergüenzas. A lo mejor, a un cantautor melifluo le queda hasta graciosa, pero a un gobernante en apuros le sienta como un tiro. Dime de qué presumes.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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