¿Quién los desarma?
LA SANGRE derramada el pasado domingo en Jerusalén y Ashkalón por los terroristas palestinos de Hamás ha regado el terreno de los halcones israelíes. Cabizbaja desde el asesinato de Rabin por un extremista judío, la derecha y la ultraderecha de Israel vuelven a encontrar argumentos para oponerse al proceso de paz con los palestinos. Según las encuestas publicadas tras los atentados del domingo, los laboristas del primer ministro Simón Peres han perdido muchos de los puntos de ventaja frente al derechista Likud. de Benjamín Netanyahu con que partían con vistas a las elecciones legislativas adelantadas del 29 de mayo. Cabe decir que ése era uno de los objetivos de Hamás.Inquieto por la relativa facilidad con que se infiltran en Israel los comandos suicidas de Hamás procedentes de los territorios autónomos palestinos de Gaza y Cisjordania, y temeroso de nuevos atentados en las semanas que faltan para las elecciones, Peres ha conminado a Arafat a declararle la guerra al semiclandestino extremismo islamista. Si no lo hace, los israelíes podrían no evacuar Hebrón en la fecha prevista: finales de marzo.
Arafat ha detenido en los últimos días, a más de 200 activistas y simpatizantes de Hamás y ha dado un ultimátum a los islamistas para que entreguen todas sus armas antes de la pasada medianoche. Pero ha añadido, y con razón, que las medidas represivas no son suficientes para desactivar la amenaza que constituye el movimiento islamista. Por su parte, Hamás, sumido al parecer en una división interna, acaba de ofrecer a Israel una tregua a cambio de que el Estado hebreo libere a sus presos, en particular al jeque Ahmed Yasín, y suspenda el "terrorismo organizado" contra ese movimiento, una alusión a acciones de los servicios secretos como la que le costó la vida, a comienzos de enero, al terrorista apodado El Ingeniero.
Ehud Barak respondió ayer diciendo que Israel no tiene nada que negociar con "terroristas que actúan bajo la Autoridad Nacional Palestina". Según el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Arafat debe "desarmar y poner a los terroristas de Hamás fuera de la ley". Así que a la polémica sobre si debe o no negociarse con Hamás se añade, en caso de respuesta afirmativa, la de quién debe hacerlo. El sentido común sugiere una discusión a tres bandas, con Arafat como pivote.
Entretanto, Arafat ha acelerado, desde las elecciones del pasado 20 de enero, la construcción del Estado palestino a partir de la actual autonomía de la franja de Gaza y de los núcleos urbanos de Cisjordania, habitados por 2,3 millones de personas. Aunque en los medios laboristas se empieza a aceptar la posibilidad de un minúsculo y vigilado Estado palestino al lado del hebreo; la mayoría de la opinión pública israelí sigue siendo hostil a esa idea, como también lo es a la devolución, a cambio de la paz, del Golán a una Siria que, en lo que constituye una buena noticia, ha condenado los atentados del pasado domingo. Ésos serán los dos grandes temas de las elecciones de mayo.
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