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Fuera secuaces

Bruselas vive impaciente las vísperas electorales españolas. Se prepara la Conferencia Intergubemamental de Turín para la reforma del Tratado de la Unión Europea y España es pieza decisiva. El pasado viernes, el comisario Marcelino Oreja, responsable de Prensa y Audiovisual, entregaba el Premio Europeo de Periodismo a Adam Michnik, director de Gazeta Wiborcza, de Varsovia, y a Karl Cordonier, fundador de la agencia Dailylife. Horas después, un alto diplomático belga confesaba las preocupaciones que embargan a su país y también a otros socios de la Unión a propósito de los compromisos europeos de José María Aznar, de quien vienen leyendo sin cesar que tiene grandes probabilidades de alcanzar la presidencia del Gobierno español. Explicaba nuestro amigo el embajador la situación del primer ministro belga, Dehane, entre el todopoderoso canciller alemán Kohl, el incierto presidente de la república francesa Chirac, el escéptico premier británico Major y el vacío político italiano. A España, nos decía, le conceden todos una importancia decisiva, pero todavía no saben dónde se alineará, si preferirá los arrullos de Londres o los de Bonn.A continuación paseamos desde el Sablon hasta la Grande Place. Allí, una vez más, leímos la placa en bronce que en francés y en flamenco recuerda cómo el 5 de junio de 1568 fueron decapitados delante del edificio del actual museo el conde de Hoome y el de Egmont, "víctimas del fanatismo y de la intolerancia de su soberano Felipe II". De regreso a Madrid, para salir de semejante depresión nos bastó acercarnos al volumen Razonalismo, homenaje a Fernández de la Mora. En efecto, una de las contribuciones incluidas bajo firma del profesor de la Universidad de Navarra José Zafra Valverde y dedicada a un asunto tan relevante como "Terrorismo y Estado ético" busca amparo en una cita de un reputado político español que reza así: "Cuando Felipe II asentía a la entrega de un hereje a la hoguera [nuestros condes fueron decapitados por ser caballeros de la Orden del Toison de Oro], estaba seguro de que (...) servía el designio de Dios. En cambio, cuando un gobierno liberal de nuestros días tiene que fusilar a uno que ha traicionado a su patria, no se atreve a fusilarle porque no se siente suficientemente justificado por dentro". Así que, como se ve, los problemas

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surgen por falta de convicciones.

Lejos de nosotros la funesta manía de buscar antecedentes a la situación que se anuncia, pero, entretanto, se impone recomendar la lectura de los Diálogos en el limbo, de Jorge de Santayana. Es una espléndida oportunidad de probar el amargo fruto de la cordura; de contrastar los efectos de los profetas del fracaso, cómo Cristo, Marx. o Cervantes pueden amar más verdadera y más democráticamente al hombre que un profeta del éxito como Sócrates o Platón y de verificar que la ética de la compasión, al estilo de la predicada por Schopenhauer, puede ser más sublime que una ética de la virtud al estilo socrático o una ética del deber al estilo de Kant, como escribe en el prólogo Manuel Garrido. Falta espacio y apremia el tiempo para ocuparse del aroma de los programas que, como las filosofías, despiden olor, cuyo discernimiento, asegura Jorge de Santayana, ofrece un método más seguro que el que proporcionan las palabras escritas o los discursos de los candidatos. Porque, asegura nuestro autor, "esas palabras pueden ser usadas de manera mecánica para acomodarse al momento, mientras que la huella odorífica, dejada a su paso es un perfecto índice de su verdadera naturaleza".

Por todo lo anterior, y en vísperas de las urnas inminentes, se impone reclamar del PP una rotunda toma de distancia de sus secuaces tergiversadores en la COPE, en el ABC, y entre los uniformados. Por ejemplo, entre los que constituyeron el seminario de la Fundación Cánovas del Castillo titulado -Cuestiones de Defensa y Seguridad en España: una perespectiva militar. Empezando por su coordinador, profesor Hermann Oehlin Ruiz, uno de los integrantes del colectivo Almendros, que tanto recalentó el golpismo desde las páginas irredentas de El Alcázar. Y siguiendo por los otros componentes de una nómina que cierra el coronel Eduardo Fuentes Gómez de Salazar, capaz de transmutar el horrendo pacto del capó, intentado el 24-F con una partida de facinerosos alzados en armas contra sus legítimas autoridades, para presentarlo como si se tratara de la honrosa rendición de Breda de 1625 que pintó Velázquez. Por última vez advierto aquí a Génova, 13, de los despropósitos del mencionado seminario porque podrían devolvemos a los peores momentos de la autonomía militar, felizmente superados con la transición, como demostraremos, el próximo día.

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