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Los bosques cercanos a Chernóbil acumulan radiactividad diez años después del accidente

Un informe de la OCDE dice que las consecuencias sanitarias están poco establecidas

Los bosques próximos a la central de Chernóbil preocupan a los expertos, ya que acumulan todavía materia radiactiva debido a la acción filtrante de los árboles. Diez años después de la catástrofe, un informe de la OCDE alerta también del peligro que supone el sarcófago construido después del accidente, pero concluye que la enseñanza principal del accidente, que afectó a todo el hemisferio norte, es que un accidente nuclear tiene repercusiones en otros países aunque estén a gran distancia y que la experiencia adquirida permitirá encarar mejor este tipo de amenazas.

El informe elaborado por la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE con motivo del décimo aniversario de la mayor catástrofe civil nuclear -ocurrido en abril de 1986- es bastante preciso sobre la cantidad de radiación y su desparramamiento por la zona afectada, pero menos sobre las consecuencias sobre la salud de los afectados, debido a que están todavía poco establecidas. Por eso, señalan los autores del informe, es posible que sirva como arma tanto a los catastrofistas como a los que quieren minimizar los efectos del accidente.De la causa del accidente hay poco nuevo, salvo detalles. Es interesante lo que se ha podido reconstruir de la composición y la extensión del penacho de material radiactivo eyectado de la central por la explosión del reactor y el incendio del grafito que actuaba como moderador de la reacción nuclear.

Se concluye que todo el hemisferio norte resultó afectado por esta nube radiactiva, aunque sólo determinadas zonas de Europa lo fueron de forma significativa. Y que el penacho estaba compuesto en gran parte por pequeñas partículas de combustible nuclear, lo que explica su larga duración, de más de una semana. Es decir, que no fue la clásica fuga de gas o vapor, sino que el material del núcleo pasó directamente a la atmósfera.

En el territorio el problema mayor lo plantean ahora las zonas boscosas, donde el depósito de materias radiactivas es mayor por la acción filtrante de los árboles. El bosque más cercano a Chernóbil resultó directamente achicharrado por la radiación emitida por la central nuclear y los árboles cortados tuvieron que ser tratados en su momento como residuos radiactivos.

En cuanto al sarcófago que envuelve la central afectada, nueve años después de su construcción suscita preocupación en cuanto a su resistencia a largo plazo y representa un riesgo potencial. Los peligros son: que se alcance el nivel crítico necesario para una reacción nuclear por cambios en la configuración de las masas de combustible nuclear fundidas debido al agua que se filtra en cantidades apreciables por el techo del sarcófago; que salga al aire polvo radiactivo si se cae la estructura y la contaminación qué se puede mantener a largo plazo de las aguas subterráneas.

El último peligro se considera lejano aunque sea necesario mantener una vigilancia constante. En cuanto a los otros, están en marcha planes internacionales para buscar una solución permanente al problema, agravado por la existencia de 800 almacenes distintos de residuos radiactivos procedentes del accidente en un radio de 30 kilómetros de la central.

Las estimaciones realizadas a lo largo de todos estos años de las dosis de radiación recibidas por los seres humanos no tienen mucha precisión, reconocen los autores del informe. Las dosis principales fueron recibidas, en la glándula tiroides, por irradiación externa y por inhalación e ingestión de los isótopos radiactivos de iodo y, en todo el organismo, por irradliación externa e ingestión de los isótopos de cesio.

Los 'liquidadores'

Un grupo especialmente afectado, además de los niños, de los que ya se hablado mucho, es el de los liquidadores, los trabajadores que lucharon sin protección contra el incendio y que luego contribuyeron a la limpieza de la zona. Son unos 800.000 trabajadores, entre ellos muchos militares. 400 de ellos, en su mayor parte trabajadores de la central, bomberos y miembros de los servicios médicos de urgencia, resultaron gravemente afectados y entre los se cuentan todos los que el sufrieron el síndrome de radiación aguda, que precisaron un tratamiento de urgencia.El nivel de radiación que tuvieron los liquidadores es similar al que acumularon otros técnicos que penetraron en el núcleo del reactor después del accidente para diversas operaciones y menor que el acumularon la mayor parte de los trabajadores, que participaron en el exterior durante años en operaciones de limpieza.

Los efectos psicológicos son considerados en la actualidad muy importantes. El estrés de la población afectada ha sido grande, achacado en parte al desconocimiento de los efectos de la radiactividad y en parte al terremoto en el sistema social y los modos de vida tradicionales como consecuencia del accidente.

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