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Sueños para aprender recordar y olvidar

Los científicos avanzan en el conocimiento biológico de la actividad onírica

El físico y premio Nobel Richard Feynman, famoso por su genialidad, quiso en cierta época experimentar con sus propios sueños; la escritora Mary Shelley usó los suyos para crear a Frankenstein; el químico August Kekule descubrió gracias a un sueño la estructura de la molécula del benceno.La historia está llena de referencias a los sueños y de teorías para explicarlos. Los neurocientíficos actuales saben que la actividad onírica es difícil de medir, y empiezan por preguntarse cómo se produce para después hablar de sus funciones. Las últimas investigaciones ligan los sueños con el aprendizaje y la memoria, pero también se dice que sirven para olvidar o desarrollar el sistema nervioso.

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Los mecanismos cerebrales que conducen a los sueños se van desentrañando poco a poco. Según un reciente hallazgo (ver EL PAÍS del 13 de enero), todo empieza con la activación de un pequeño grupo de neuronas en el hipotálamo que funcionan como un interruptor del sueño, con lo que comenzaría un complejo trasiego de sustancias químicas entre distintos núcleos cerebrales.

El sueño de ondas lentas- llega enseguida y consigue -sugiere la hipótesis más aceptada- aislar del mundo externo a la corteza cerebral; dejarla lista, en definitiva, para recibir estímulos generados desde dentro, un bombardeo caótico de señales procedentes del tallo cerebral en la base del cerebro.

Y los sueños serían la forma en que la corteza cerebral, como buenamente puede, sale del paso y trata de dar sentido a esas señales aleatorias. Esta fase del sueño, el REM o MOR (movimientos oculares rápidos), dura entre 10 y 30 minutos en humanos adultos y se repite varias veces a lo largo de la noche, En ella no hay tono muscular (el cuerpo está paralizado, salvo los famosos MOR que le dan nombre), pero la corteza cerebral, al contrario que en el sueño de ondas lentas, es tan activa como en la vigilia.

¿Qué interés biológico hay para un mecanismo así? Para averiguarlo, los científicos, básicamente, se dedican a ver qué pasa cuando no hay sueño REM ] no hay demasiado: buscan ejemplos en la naturaleza -como los animales de sangre fría, que no sueñan-, o los crean adrede, por ejemplo, despertando a voluntarios cuando están a las puertas de un sueño. ¿Y se puede correlacionar la función del REM con la de los sueños? "Si hay una actividad mental [los sueños] inherente a un estado [el sueño REM], se suele asociar la función de esa actividad a la de dicho estado", responde el neurofisiólogo y psiquiatra Antonio Vela, presidente de la Asociación Ibérica de Patologías del Sueño.

Maduración cerebral

Así, con la observación de que los recién nacidos pasan hasta ocho horas al día en sueño REM, nació la idea de, que su función tiene que ver con la maduración cerebral. "Esto podría ser así",, dice Vela. "Durante el sueño maduraría la corteza visual, por ejemplo, que es muy necesaria porque la interacción con la cara de la madre es básica. Pero hay que buscar además una explicación al hecho de que el sueño REM dure toda la vida".

Quizá esta explicación sea que los sueños cumplen un papel en el almacenamiento de información, una idea que se apuntó un tanto hace un año con trabajos que confirmaban la importancia del sueño REM para la memoria "de procedimiento" (que recuerda formas de hacer cosas).

Los investigadores Avi Karni y Dov Sagi, del instituto Weizmann, en Rehovot (Israel), mostraron objetos a un grupo de personas que debían aprender a identificarlos viéndolos fugazmente sólo con el rabillo del ojo, y hallaron que el aprendizaje se consolidaba en el sueño REM.

La repetición de la prueba a lo largo del día ya hacía que las personas aprendieran (o sea, que no es que estuvieran cansados), pero la sorpresa llegaba al reiniciar las sesiones a la mañana siguiente: todos se mostraban mucho más hábiles que al final del día anterior", decía Karni en Science. Si por la noche se les privaba de sueño REM, en cambio, no mejoraban; los sueños tendrían, por tanto, un papel clave en la consolidación de este aprendizaje.

Mucho más difícil de probar es la teoría de que soñarnos para olvidar", por la que Francis Crick -premiado con el Nobel como codescubridor de la estructura del ADN- es considerado un intruso en campo ajeno por parte de algunos neurocientíficos. Los sueños serían el mecanismo de "aprendizaje inverso" que limpia el cerebro, evitándole una sobrecarga de información que le restaría eficacia.

El problema es que haría falta un lector de sueños para hacer experimentos y demostrar "que los sueños que no se recuerdan reducen la posibilidad de que esos pensamientos vuelvan a producirse en el futuro. Esto está muy lejos de ser posible con los métodos actuales", reconocía Crick en la revista Nature en 1983.

Aprender y olvidar, no obstante, podrían ser en el fondo distintas visiones del mismo cuadro. "Para olvidar o almacenar el cerebro debe primero comparar y asociar la información, y estas tareas las realiza durante los sueños", dice el neurofisiólogo de la Universidad de Alicante Lukas Domich, que ha colaborado con el prestigioso investigador Mircea Steriade.

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