El Museo Olímpico de Lausana celebra los 90 años del pintor Víctor Vasarely
La exposición, de 40 óleos recoge su obra figurativa y lo abstracto puro
Su idea, del artista está lejos de ser romántica. Para Víctor Vasarely la concepción de artista no es la de un privilegiado que vive en una torre de marfil, sino la de "un ingeniero que integra el arte en la vida cotidiana". El 9 de abril Víctor Vasarely, el pintor de origen húngaro nacionalizado francés, probablemente la última figura clave del arte contemporáneo, vivo y creador del arte cinético, cumplirá 90 años. Con ese motivo se reabrirá su fundación en Aix-en-Provence y el Museo Olímpico de Lausana expone una retrospectiva titulada Cincuenta años de creación.
La exposición, abierta hasta el 25 de febrero, consta de 40 óleos que van desde sus comienzos como pintor figurativo hasta los últimos abstractos puros, con especial énfasis en el período blanco y negro y el comienzo del arte cinético.La muestra ha sido organizada por la representante de la familia, Michelle Vasarely, esposa del hijo del pintor. "Toda su vida", cuenta, "la ha consagrado a su obra. Hoy, entre momentos de lucidez y melancolía, a pesar de su edad y de la enfermedad, sigue levantándose a las cinco de la mañana y dedica al menos tres horas a su trabajo".
Sus próximas exposiciones tendrán lugar en el Museo, Tamayo, de México, en el de Arte Contemporáneo de Caracas, en varias ciudades de Alemania, Francia y seguramente esta retrospectiva acabará en España.
"Su vida es muy ascética: no posee nada. Ganó mucho dinero y todo lo destinó a la fundación", dlice Michelle. La Fundación Vasarely, creada en 1976 para centralizar las experiencias técnicas y artísticas y favorecer la integración del arte en la vida cotidiana, se convertirá próximamente en un museo municipal.
Años decisivos
Víctor Vasarely nació en 1906 en Pecs (Hungría). Tras abandonar sus estudios de medicina, cursó dos años en la escuela de la Bauhaus. Fueron decisivos para adquirir una práctica sólida como dibujante y una concepción social del arte. En 1930 se marchó a vivir a París y tras un periodo figurativo encontró su verdad como artista. En varias ocasiones ha dicho: "Tuve una revelación verdadera de lo que era el arte de nuestra época, el arte abstracto, cuando en 1947, de pronto, descubrí que la forma pura y el color puro podían explicar el mundo...". Para él, cuenta Michelle, "lo importante ha sido siempre evolucionar la pintura. El buen arte para él es el de las vanguardias". Su obra es una obsesión por la forma y su gran revolución es el alfabeto plástico. "Siempre pensó que se podría representar el mundo simplificándolo a través de formas universales", señala Michelle. "Decía que todas las artes tenían su alfabeto menos la pintura". Así surgió el alfabeto plástico. "Comprende alrededor de mil formas originales o 'prototipos de comienzo', cuadrados, formas esféricas sobre unas gamas de colores de 12 tonos creando sombras y luces con una sensación del infinito".El alfabeto había surgido tras la publicación en 1955 del Manifiesto amarillo, con el que sentó las bases del cinetismo, resultado del movimiento surgido por la ilusión óptica fundada sobre el principio de, "unidad plástica" constituida por dos formas y dos colores, el blanco y el negro; a partir de 1960 introdujo el color. "En la elección de obras para la exposición", explica Michelle, "predominan las de este periodo blanco y negro. Es el que le consagró y tuvo un éxito enorme". Destacan la serie de cebras y la del folclor del mundo. Asimismo se puede ver un homenaje a Malevitch, "Nunca sintió fascina ción por los maestros figurativos", aclara Michelle, "siempre pensó que con la fotografía se había dicho todo. Sin embargo, es. un. admirador sin límites de Malevitch, y por ello deseé aportar la. solución a sus problemas de composición y creó él un alfabeto plástico".
La apariencia de la fría y moderna geometrización del cinetismo es una de las confusiones de su obra llena de lirismo, reflejo de su personalidad, "Víctor tiene una concepción de la pintura muy artesanal", señala tu hija política. "No trabaja con tecnología. No podría utilizar ordenador y ante una máquina se queda petrificado. Cuando lee las críticas hipersofisticadas de su obra no entiende nada".
Babelia
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