_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

EI hombre-poder

Sami Naïr

Príncipe de la ambigüedad, hábil político con modales florentinos, hombre de fe sin ley, hombre de ley sin fe, valiente, calculador, cínico, realista, prudente, manipulador de hombres, genio de lo esquivo, maestro en el arte de transformar las derrotas en victorias, temido mago en la ciencia del poder: ¿es éste el retrato de François Mitterrand? Se podrían hacer 10, 20 o 100 retratos más. Y no se agotarían las posibilidades del personaje. Para ello haría falta el arte del pintor, la perspicacia del psicólogo, la agudeza del ensayista, la complicidad del contemporáneo y la distancia del historiador. Pero para qué, si Mitterrand es imposible de aprehender!Desde luego que no tenía la grandeza inquebrantable del general De Gaulle, ni el aire campechano de Pompidou, ni la transparencia narcisista de Valéry- Giscard d'Estaing. O quizá sí, pero. sabía cómo mantenerlo oculto. ¿Cuál es la diferencia entre Mitterrand y De Gaulle? La encontrarán en Cervantes: adivinen quién es Sancho Panza y quién Don Quijote. De. los mil Mitterrand que ocuparán los estantes de las bibliotecas, podemos limitarnos aquí a dos: el hombre y el político.

El hombre: resistente, de una paciencia infinita, indiferente a las sensiblerías, enamorado de las mujeres -Mitterrand y las mujeres, ¡vaya novela!-, confía en su buena suerte, es un amigo fiel de costumbres conservadoras, un agnóstico fascinado ante los misterios de la creación, poseído en sus últimos años por una idea trágica de la vida, que modela pacientemente la leyenda de su posteridad como se prepara cuidadosamente un testamento delicado.

Aquel al que se acusó tardíamente de haber colaborado en Pétain, ¿no compró acaso un rinconcito de tierra en el corazón simbólico de Francia, Alesia, para ser enterrado allí y reunirse de un gran salto en la historia con "nuestros antepasados los galos"? De Gaulle cohabita en el panteón imaginario de los franceses con Napoleón y Juanáde Arco. Mitterrand se une nada más y nada menos que a Vercingétorix.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Entregaba su amistad con parsimonia. En realidad desconfiaba de todo y de todos. Se encariñaba, de forma pasajera: seductor impenitente, también Sucumbía ante los encantos de los bufones de la corte que él escogía. París, la izquierda. amante del lujo la derecha intelectual (también la hay, y no le gusta mantenerse alejada de los palacios de la República), todo ese mundo tan variopinto pasaba por la mesa del Elíseo. Y todos salían de allí encantados: ¡Qué cultura, qué espíritu tan sutil el del presidente! Y él sonreía. Y repetía: "Está usted en su casa, querido/a amigo/a. Vuelva pronto".

A sus enemigos. les tenía preparados unos golpes certeros, pero no vacilaba, mientras tanto,. en hacerles creer que lo. había olvidado todo. Y es que quería que la caída fuese aún más dura. Fíjense en Michel Rocard...

El político: no fue hombre de un proyecto, sino el proyecto de un hombre. Desde la Segunda Guerra Mundial, y después de haber apoyado durante algún tiempo al régimen de Pétain, se unió al bando de la . resistencia, el de Francia. Para ser su amo algún día. En su camino se encontraba De Gaulle. No podía vencer,"a De Gaulle. Fue ministro, superministro, en la mayoría de los Gobiernos de la IV República, hasta que De Gaulle, en 1958, cambió todo el sistema. La Constitución de la V República instauraba el poder supremo de un hombre sobre el Estado. Mitterrand lo comprendió mejor que ningún otro. Y entonces se convirtió en el anti-De Gaulle. Polemista excepcional,_crítico sardónico y cruel, decide fustigar "el golpe de Estado permanente" de De Gaulle. Todo esto no le impide, quince años más tarde, al convertirse en presidente de la República, no cambiar nada de la Constitución. Era un monarca más apegado aún al poder que De Gaulle, pero hizo posible que funcionaran de forma más flexible y realista las instituciones de la V República gracias a su experiencia de cohabitación con la derecha (1986 y 1993).

El mérito le corresponde a él. Pero su aportación principal es otra: comprendió, mejor que otros, que los partidos políticos se habían convertido en máquinas de promocionar individuos, y no lo contrario. Por eso, cuando en 1970 se apodera en Epinay del Partido Socialista; lo pone a su servicio personal. ¿Cuál fue el error de Michel Rocard? ¡Creer que el partido servía para promover ideas, que la política es cuestión de proyectos! ¡Nada más lejos! En cuanto llegó al poder, Mitterrand cambió de rumbo. Por cierto que eso no le'impidió legitimar la izquierda en el poder, que hasta entonces había sido tratada como un apestado por la derecha conservadora.

¿Legitimar la izquierda? Sí y no. Sí para los hombres y mujeres de izquierdas en el poder, no para las ideas. Y es que la, izquierda, desde 1983, tuvo que renunciar a sí misma para permanecer en el poder. Después fue la la deriva, lenta e irremediablemente.

El objetivo de Mitterrand permanecer a toda costa al frente del Estado. Maquiavelo decía que el genio en el hombre político consistía no sólo en conquistar el poder, sino también en conservarlo. La ideología no cuenta mucho, en el asunto. Para conquistar el poder, Mitterrand retorna el revolucionario llamamiento de Rimbaud: "¡Cambiar la vida!". Pero una vez en el poder, apoya a Bernard Tapie, un negociante sin escrúpulos, al que presenta como modelo a seguir para las futuras generaciones: "Sed ganadores". Al estilo americano.

Como se ha dejado el socialismo por el camino, se vuelca en Europa. Si esta palabra no hubiera existido Mitterrand sin duda la habría inventado. Europa en todas partes. Europa para todo. Si tuvo alguna vez una convicción, fue ésa. Y la alianza con Alemania es la panacea para la eternidad. Ya seguirán los demás países. Después de un encuentro con el canciller Helmut Kohl, en pleno debate sobre la ratificación del Tratado de Maastricht, uno de sus colaboradores le hizo notar que a lo mejor Francia no tenía que mostrar tanta prisa. "Usted no lo entiende", respondió Mitterrand, "tenemos que neutralizar a. Alemania con nuestros besos". La gran convicción de Mitterrand, lo que siempre le separará de De Gaulle, es su atlantismo, su proamericanismo. Consiguió imponerlo en Francia, frente a una derecha nacionalista heredera de De Gaulle y, anteriormente, frente a un partido. comunista poderoso y prosoviético. Mitterrand dividió la derecha, aliándose de hecho con su fracción europeísta y atlantista, y, destruyó tranquila, paciente y certeramente al partido comunista.

Tuvo dos puntos de referencia en política exterior: Bruselas y Washington. Un día en que Jean-Pierre Chévènement le habló de independencia nacional frente a la Alianza Atlántica, replicó: "Ilusorio". La guerra del Golfo confirma su elección. Nunca se llevaron tan lejos el cinismo y la sumisión a la estrategia de EE UU. El balance: un país, Francia, que duda entre la mediocridad y el efectismo a base de cálculos triviales y tácticas irrisorias. No hay proyecto exterior, ni política mediterránea, ni proyecto social: "Un campo de ruinas", según la tajante frase de Michel Rocard para describir la era de Mitterrand. Sí, un campo de ruinas después de diez años de gobierno de izquierdas. Pero Miterrand se mantuvo catorce años en el poder.

Sami Nair es catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de París VIII.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sami Naïr
Es politólogo, especialista en geopolítica y migraciones. Autor de varios libros en castellano: La inmigración explicada a mi hija (2000), El imperio frente a la diversidad (2005), Y vendrán. Las migraciones en tiempos hostiles (2006), Europa mestiza (2012), Refugiados (2016) y Acompañando a Simone de Beauvoir: Mujeres, hombres, igualdad (2019).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_