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DESAPARECE UN LÍDER DEL SIGLO XX

Una multitud silenciosa dice adiós a 'Tonton'

Una multitud silenciosa, tranquila y ordenada se reunió ayer alrededor del número 9 de la Avenue Frédéric Le Play para rendir un homenaje de emoción contenida a François Mitterrand. Un gran número de cámaras de televisión y de reporteros gráficos acechaba las apariciones de personalidades del mundo político, económico o cultural que quisieron transmitir su tristeza y respeto a la familia del ex presidente. Lionel Jospin, Roland Dumas, Pierre Joxe, Jack Lang, Michel Charasse, Laurent Fabius y Georges Kiejman figuran en la lista de los antiguos ministros socialistas que acudieron a tercer piso de la vivienda; el presidente Chirac, Édouard, Balladur y Alain Juppé estaban entre las personalidades de la derecha que cohabitaron con Mitterrand y vivieron en primera fila las lecciones prácticas de un hombre de Estado. Cerca de la estación de metro de École Militaire florecieron los vendedores ambulantes de claveles y rosas. Muchos. parisienses recurrieron a ellos para dejar un testimonio simbólico de su sentimiento. "Él se ocupaba de nosotros, sabía lo que es ser viejo y sentirse solo", explicaba una anciana mientras esperaba turno para depositar su ofrenda floral. "Ha tenido la grandeza de mirar a la muerte cara a cara y no perder la sonrisa", decía otro jubilado apoyado en un bastón.

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La muchedumbre de curiosos, entre los que no faltaban sorprendidos turistas que acudían a la Escuela Militar o a los Inválidos, estaba integrada por gente de todas las edades, un gran número de ciudadanos anónimos que querían dejar escrito su adiós a Tonton, el apelativo cariñoso equivalente a tío con el que era conocido. "En 1981 creí que gracias a él iba, a cambiar el mundo; luego le reproché que se hubiese adaptado a él. Ahora le agradezco que lo intentase", confiesa emocionado un cuarentón de pelo ensortijado. "Yo le debo el tener una pensión de jubilación decente", matiza un hombre mayor. Pero el diálogo se desvanece enseguida. Silencio y mirada fija en la entrada o en el tercer piso del número 9, ésas son las consignas tácitas.

Los amigos callan

De vez en cuando las vallas metálicas se abren para dejar pasar hasta la puerta del domicilio del antiguo presidente el coche de alguna personalidad que no quiere. saber de baños de multitudes, como el líder palestino Yasir Arafat. Nadie dice nada, aunque la precaución, dado el exquisito orden reinante, parece excesiva. Los amigos de toda la vida de Mitterrand no quieren hablar, se retiran del lugar sin hacer declaraciones. Los simples conocidos o colaboradores se explayan ante la nube de periodistas.Una vecina resume mejor que nadie la sorpresa causada por una muerte sin sorpresa: "Todos sabíamos que estaba muy enfermo, que no había vuelto a salir U casa desde que regresó de Egipto, pero no llego a creerme que sea cierto. ¡Durante 14 años ha sido mi presidente! Y eso que yo no le votaba", concluye con los ojos húmedos.

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