Las utopías razonables de los estudiantes franceses y las cuentas mágicas de Bayrou
Del "sed realistas: pedid lo imposible" del inevitable Mayo de 1968 se ha pasado al "sed utópicos: pedid lo posible" en este invierno de 1995. Los estudiantes franceses que han salido a la calle estas últimas semanas reclaman más dinero para sus universidades, más profesores y, sobre todo, que los títulos tengan algún valor y sirvan para encontrar trabajó. En definitiva, exigen que el Estado respete sus promesas, algo que hoy tiene carácter de demanda utópica porque entre 1968 y 1995 el número de universitarios se ha multiplicado por tres al mismo tiempo que el de parados se multiplicaba por seis. El ministro de Educación, el centrista. democristiano Frangois Bayrou, ha logrado desactivar parcialmente el movimiento estudiantil espolvoreando las universidades con millones y nuevos puestos para profesores y administrativos. La Coordination Natiónale Etudiante (CNE), organismo que negoció con el ministro, no salió satisfecha de la reunión, ya que sus demandas eran enormes: reclamaban 50.000 millones de francos (¡un billón doscientos cincuenta mil millones de pesetas!), a invertir en cinco años, más 5.000 millones en concepto de plan de urgencia y 20.000 nuevos profesores. La contra oferta de Bayrou ha consistido en ofrecer 4.000 millones de francos (100.000 de pesetas) y prometer 2.000 profesores más así como 2.000 administrativos.La CNE, controlada por comunistas, dos facciones trostkistas y un grupo anarquista, no ha desconvocado la huelga; pero la gran mayoría del alumnado, que es mucho menos radical que sus representantes, se ha dado por satisfecha con lo obtenido y, de manera parcial, tal y como corresponde a un país en el que gran parte de los servicios públicos están paralizados, ha vuelto a clase o, en todo caso, ha abandonado la calle.
Oferta hábil
La oferta Bayrou es tan oportuna y hábil como tramposa. De entrada, de los 4.000 millones, su Ministerio sólo aporta 500, dejando que los otros salgan de los fondos propios de las universidades y de los organismos regionales. Conviene no olvidar que, desde 1993, último año de gobierno socialista, las inversiones universitarias estaban congeladas, que entre 1988 y 1993 se había creado un gran número de nuevos centros y que los principales beneficiarios del esfuerzo que supuso el plan Université 2000, puesto en pie entonces por Lionel Jospin, fueron las pequeñas y medianas ciudades de provincias, las que ahora han conocido las mayores manifestaciones de protesta. Pero las artimañas de François Bayrou no estriban tan sólo en prometer dinero que no es suyo. Los 2.000 docentes suplementários son, en realidad 262 porque 738 ya estaban inscritos en el presupuesto de 1996 y 1.000 proceden de la enseñanza secundaria. Para pagarlos el ministerio ha encontrado el dinero -57 millones de francos- en la partida que correspondía a los institutos de enseñanza media. La fórmula de desnudar un santo para vestir otro se repite en el caso de los 2.000 administrativos: 300 ya figuraban en el la ley de finan zas de 1996, otros 1.000 saldrán de nuevo de los institutos y los 700 restantes cobrarán gracias" a que se han suprimido las, llamadas "horas complementarias" que habían sido asignadas a la enseñanza. superior. En definitiva, la paz estudiantil equivale a que ahora la manta tape, las espaldas al tiempo que destapa los pies.Las concesiones de Bayrou tienen aún otros secretos: por ejemplo, los estudiantes querían que la plantilla de profesores se ampliase dentro de la categoría de los investigadores, es decir, de enseñantes que reparten su tiempo profesional entre las aulas y el laboratorio y la biblioteca. Es un enseñante más "caro", que supone una inversión a largo plazo y, sobre todo, es el tipo de futuro con el que sueña buena parte de un estudiantado que sabe que el mercado no está en condiciones de absorberlos -250.000 nuevos licenciados cada año para 80.000 plazas- y, menos aún, de valorar en su justa medida un título. Los puestos ofrecidos por el ministro tienen todos la categoría de "agregado", es decir, esos que por el mismo precio trabajan el doble.
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