Satisfación de los 'pecos', pese al largo periodo transitorio
Los líderes de los países de Europa Central y Oriental, los llamados pecos, se mostraron satisfechos del resultado, cosechado sobre el calendario para su ingreso. El almuerzo conjunto a que habían sido convocados por los Quince actuó como acicate del acuerdo. Felipe González había reservado para el encuentro un hueco de tres horas "rompiendo el hábito del mero intercambio de discursos", como él mismo subrayó, y lo planteó como "una verdadera discusión abierta" sobre los temas abordados por el Consejo Europeo. Ante ese panorama, todos se aprestaron a quedar bien con los candidatos. Ello facilitó la adopción del compromiso de la "igualdad de trato".Los invitados se mostraron satisfechos. El más expresivo fue el primer ministro polaco, Josef Olesky. "El acuerdo nos permitirá ingresar en el año 2000", resumió. El líder polaco reconoció también que la pelota está en su tejado, que deben esforzarse en las adaptaciones económicas y jurídicas al modelo de la UE y que en algunas políticas, como la agrícola, necesitarán "periodos de transición de cinco a diez años". Ratificaba así el esquema que venía propugnando España: rapidez en la integración política, ritmo más pausado en la económica.
En parecidos términos hablaron los lituanos. Su presidente, Alguirdas Brazauskas, calificó el resultado de "positivo y eficaz". La cenicienta Rumania aprovechó la ocasión para presentar oficialmente su candidatura. Quienes más regocijo mostraron fueron los escandinavos, al haber evitado el trato desigual para sus vecinos bálticos. Y el canciller Helmut Kohl acabó afirmando que si el mar Mediterráneo es Europa, también lo es el mar Báltico".
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