Desalojados dos centros comerciales en Madrid
Una amenaza de bomba, que resultó ser falsa, dejó ayer vacío El Corte Inglés de la calle de Preciados, en el centro de Madrid. En cinco minutos, 800 empleados y 5.000 clientes fueron desalojados a la carrera. Eran las cuatro y media de la tarde. El Cuerpo Nacional Policía desocupó también quince tiendas colindantes. Durante dos horas la zona estuvo acordonada mientras los artificieros inspeccionaban el edificio con ayuda de perros. A las seis y media volvió el bullicio. El miedo se trasladó después al centro FNAC en Callao, donde a las ocho la policía desalojaba el establecimiento ante otra amenaza de ETA.
Hacía dos horas que la banda terrorista ETA había golpeado salvajemente en Valencia. El miedo sacudió Madrid a las 16.15, cuando una persona telefoneó a la Delegación del Gobierno. En nombre de ETA señaló que había una bomba en la tercera planta de El Corte Inglés, sin concretar en cuál de sus centros.Un cuarto de hora después se repitió la llamada. En esta ocasión, el comunicante concretó que se trataba del centro ubicado junto a la Puerta del Sol. "Explotará a las 17.15", añadió. A las cinco menos veinte de la tarde los vigilantes del edificio activaron una estruendosa alarma. Al tiempo, los guardas expulsaron a los clientes sin ofrecer explicaciones. En ese momento, ya conocían los vigilantes que había estallado un artefacto en uno de sus establecimientos de Valencia.
"Nos han mandado a la calle de forma atropellada", indicaba una señora que se encontraba en el departamento de cosméticos. Los empleados salieron a la calle sin conocer lo que sucedía. "Hemos ido saliendo del recinto pero no sabíamos que pasaba".
Según un portavoz del establecimiento, el desalojo se produjo de forma cautelosa. "Teniendo en cuenta lo que había ocurrido en Valencia, no podíamos actuar de otra forma", dijo.
A las cinco de la tarde, toda la zona comercial de Preciados estaba tomada por un centenar de agentes. Ambulancias del Samur, Cruz Roja, y del Servicio de Urgencias del Insalud se desplazaron a la zona. Una unidad de artificieros con dos perros, un pastor alemán y un bóxer, entraron en el edificio. "Hemos estado registrando las tres plantas del garaje con los perros", indicó uno de los especialistas en explosivos.
Mientras tanto, la gente se agolpaba en la línea de seguridad establecida por los agentes. "Son unos, canallas", "van a acabar con nosotros", "es indignante que jueguen así", vociferaban unos ciudadanos. Los más tranquilos eran los empleados de El Corte Inglés. "Nos han dicho que estemos aquí", decía tiritando una joven uniformada, "y nos han sacado tan rápido que no he podido coger el abrigo".
Un inspector del Cuerpo Nacional de Policía, al frente de la operación, aseguró: "Se han revisado todos los puntos posibles, ya podemos garantizar la tranquilidad de la gente".
A las seis y media se retiró el cordón policial. Simultáneamente, el tropel de clientes, presa de una especie de fiebre compradora, irrumpió en el centro comercial como si nada hubiera ocurrido y el edificio recuperó su bullicio. "Ha habido una amenaza, pero si entramos es porque no hay nada", decía un padre de familia, mientras esperaba ver el espectáculo de Cortylandia.
Sin embargo, dos horas después se volvía a repetir una alerta de bomba. En esta ocasión, el edificio amenazado era la librería FNAC de Callao. El bloque fue desalojado. Lo mismo ocurrió con la sede del Senado, en la plaza de la Marina Española.
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