Transición

Algunos asuntos han puesto de moda, de actualidad, la denominada transición. Me referiré, por razón de economía, a la opinión vertida en ese periódico por mi admirado Haro Tecglen y a los años que median entre 1974 y 1978 aproximadamente.Tuve la suerte o la desgracia de acudir a Madrid como estudiante universitario a un colegio en el año 1974 desde una provincia ignota, dormida en el tiempo.

En mi primer inocente paseo por la Gran Vía de Madrid lo que pude ver fue la circulación totalmente colapsada de un extremo a otro, y por la mediana de la avenida, entre los coches retenidos, una presurosa y numerosísima columna de a dos de policía gubernativa (grises) que iban a sofocar una manifestación.

Este hecho en aquellos tiempos no era casual: la plaza de España, desierta, llena de humo y tomada por la policía, barricadas y cócteles mólotov al tres por dos, guardias civiles acorralados y disparando al aire metralletas en Vallecas, redadas, actos multitudinarios de cantautores reivindicativos, etcétera, eran moneda común en aquel tiempo. Por otra parte, no era difícil ver al lado de los policías que sofocaban las manifestaciones a los que entonces se denominaba "guerrilleros de Cristo Rey", que, en tanto otros corrían, ellos se entretenían departiendo amigablemente con los policías y compartiendo algo más que tabaco. Alguno de ellos le metió alguna bala en el estómago a alguna estudiante.

Los asesinos de Atocha, el trasladó de los restos mortales de Largo Caballero, eran sólo la punta del iceberg, lo ahora noticiable.

El señor Haro dice que el mie-

do o la prudencia propició la transición. No digo que no, y sobre todo en muchos ámbitos (incluso quizá en las urnas). Pero abajo, en la calle y por los menos en Madrid, había un estado que rememoraba una guerra civil. Por respeto a la verdad y a mi memoria escribo esta carta.-