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Yo-Yo Ma afirma que experimentar le ha hecho crecer como músico

El violonchelista actúa en España con el Concertgebouw

Tras un excelente concierto en la sala de música del Museo d'Orsay de París, Yo-Yo Ma, exhausto y empapado de sudor, explica la más importante lección de música de su vida, que recibió de Pablo Casals: "La prioridad en la vida es, primero, convertirse en ser humano; luego, en músico, y finalmente, en un violonchelista". Yo-Yo Ma, que dice haber crecido como músico experimentando, actúa hoy en Madrid con el Concertgebouw de Amsterdam.

Ma había conocido al maestro español a los 10 años, y a los 15 interpretaba, bajo su dirección; a los 19 lo comparaban con él, y antes de los 30 era una estrella. Hoy es el más solicitado violonchelista de nuestro tiempo; sin embargo, el éxito no le ha dejado huella, y su reputación de extrema amabilidad es mas que cierta. Por ello, a la categoría de su exquisita técnica le acompañan el carisma y un gran sentido del humor.Tras más de cinco años de ausencia, hoy vuelve a Madrid, en el ciclo Ibermúsica, con la Orquesta Concertgebouw de Amsterdam, con la que actúa regularmente, dirigida por el ruso Gnnadi Rozdestvenski. "Anhelo volver a España: es el país en el que más disfruto. Siento su profundidad en mis venas", afirma. "Con Gnnadi Rozdestvenski la relación es única, como respirar juntos. Él suele hacer un gesto, levantar una ceja, y con eso me ha dicho todo".

Nacido en París en 1955 de padres chinos, empezó a estudiar el chelo con su padre a los cuatro años e hizo primero carrera como solista; seguirían dúos, música de cámara y las más grandes orquestas del mundo. "Al principio", cuenta, "mi sueño era formar parte del String Quartet, quizá porque de niño tocaba solo. Mi hermana tocaba el violín: en mi familia siempre había música. Un verano, en un campamento, al Ver a otros niños que amaban la música como yo, casi me vuelvo loco de contento".

De París se fue a vivir a Nueva York, y hoy reside en Masachussets. Educado en una familia china de valores tradicionales, recuerda su niñez y juventud "un tanto confusa al descubrir que cada cultura tenía sus valores y su forma de mirar las cosas. Crecí oyendo todo tipo de música -clásica, jazz, minimalismo, serialismo-; todos aquellos movimientos de los sesenta que pretendían poseer la verdad. Probé toda clase de estilos para definirme como músico e intenté buscar una respuesta con la práctica. Creo que he mejorado como músico experimentado. Me gusta probar todos los estilos de música. Lo que me parece esencial en música es poder improvisar, algo que apenas existe hoy. Compositores como Beethoven o Mozart lo hacían. Creo que a los músicos se les debería educar de forma que se pudiera improvisar todo el tiempo. Eso otorga gran poder a la imaginación. La profesión de músico podría ser más creativa si no se redujera a la interpretación de piezas escritas".

Yo-Yo Ma se formó en la Juilliard School y fue Leonard Berstein quien lo lanzó en un programa de televisión cuando tenía siete años, pero él asegura que lo que más marcó su carrera como músico fue su paso por la Universidad de Harvard en los setenta, "donde estudié filosofía, psicología, antropología. La música es una de las artes, pero debe estar llena de humanidad en contacto con otras disciplinas".

Su apertura a la aventura y la experimentación son únicas para un músico clásico. No dudó en ir a dar clases a China, tocar con Grapelli, estrenar el concierto de música electrónica de Tod Machovero vivir con los hombres del bosque de Kalahari aprendiendo su música.

Además es profesor y otorga gran importancia al papel social de la música. "La idea de la música", explica, "es la de transportarte a otros mundos un rato; al volver al nuestro, las perspectivas deberían cambiar. Un músico debería invitar a meditar sobre uno mismo y los otros. Es un diálogo que va más allá de las palabras".

A pesar de que la profesión puede parecer el centro de todo, considera que su vida personal es más importante. Asegura que lo importante en el futuro "es no perder la curiosidad ni el intento de perfeccionamiento. Lo mejor de ser músico es que siempre estás aprendiendo". En enero, su compañía, Sony, sacará en España los conciertos de Dvorak y Herbert para violonchelo, con Kurt Masur y la Filarmónica de Nueva York.

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