'Avanti!'
Ya a resultar difícil enfrentarse hoy lunes, con la idea de que, a partir de ahora, los Clinton ya no están aquí. Nos íbamos acostumbrandoa que los embotellamientos de la capital puedendeberse no sólo a la horterada de manifestaciones desudorosos y vociferantes trabajadores, o a la mera lluvia, sino también al glamour transatlántico: primero fue el galán Banderas quien cortó la Castellana, luego el presidente de los Estados Unidos de América convirtió el centró de Madrid, para los automovilistas, en el triángulo de las Bermudas. Nos dio cierto lustre.Y ahora, de nuevo, esta desazón, este vacío. Sin embargo, no debemos desmoralizamos. La boda es en firme, y los padres de la novia han quedado contentos con el yerno.Los Clinton venían a España a catar el género, o sea, al novio, y la prueba es que Hillary salió del avión envuelta en una capa mantón de resonancias vagamente étnicas y con un señor moño -no quiero ni pensar en el equipo de peluqueros que, sin duda, lleva a bordo- de los de auténtica ceremonia. Siguió el, detallazo de visitar el Prado -antes de acudir al Palacio Real a degustar una, crema de brócoli que el predecesor Bush, que era alérgico, no hubiera querido ni oler-, como quien desea examinar el árbol genealógico del empobrecido pero digno aspirante a contrayente. Que nuestros futuros suegros sepan las obras de, arte contenidas en el museo es una amitiestra de que se, nos valora exactamente por lo que somos.
Testigos presenciales infor man de que ambos visitantes realizaron acertados comentarios -"Se ve que habían leído el libro sobre el museo que les mandamos previamente"-, y que él incluso se salió de programa, pidiendo ver el Carlos IV a caballo de Tiziano, sin atender las quejas de los encargados de la seguridad. Parte de la visita la hicieron cada uno de los cónyuges por su lado, recibiendo él explicaciones del director del Prado, José María Luzón, y ella, de la subdirectora, Manuela Mena. Pero coincidieron ante Las meninas -Clinton, que había visitado el museo 25 años atrás, se mostró sorprendido por la nueva disposición del cuadro de Velázquez-, y se cogieron la mano, "con mucha naturalidad. Él comentaba cosas, y le pasaba el brazo por encima del hombro". La señora Rodham Clinton dijo que le encantaría regresar pronto.
La mañana siguiente empezó para Hillary haciendo compras. Enamorada de la capa Seseña, que su hija Chelsea adquirió en Madrid cuando estuvo en mayo de este año, había avisado ya a la firma para que le mandaran un surtido donde escoger a la embajada norteamericana. "Ella no podrá ir porque se va a acostar muy tarde". En efecto, allí comparecieron los empleados de Seseña y Hillary eligió una capa de lana azul marino con borde celeste, que es la que lució durante el paseo mañanero que realizó por la plaza Mayor. Debajo, chaqueta y pantalón. Y, sujetando los rubios cabellos, una informal diadema de terciopelo Así la pudieron ver los madrileños, que a esa hora curioseaban en los puestos de Navidad instalados en la plaza. Bien abrigadita, con su pieza de solera, la primera dama, que iba acompañada por la embajadora norteamericada, señora Gardner, entró en un mesón y probó un aperitivo. La capa le costó alrededor de 50.000 pesetas y Seseña está de enhorabuena. Todos los miembros de la comitiva de la primera dama adquirieron una menos Clinton.
De alguna forma, esta visita ha marcado el fin de un concubinato en el que hubo de todo:, los abrazos entre Eisenhower y Franco -que tan distinta hicieron nuestra relación con EE UU de la del resto de países europeos: ellos habían sido liberados, a nosotros se nos confirmó el yugo-, los en camamientos en las bases militares, las protestas en la calle. Por fin, Bill Clinton nos ha ofrecido su pecho y nosotros, encarnados en la figura nupcial de Javier Solana, nos hemos precipitado hacia él para encontramos, de repente, apretujados contra sus asombrosas corbatas.
Ya tenemos un anillo de la OTAN con una fecha por dentro, y poco importa lo que ocurrió entre su padre y nuestra madre.. Como diría Billy Wilder: Avanti! Aunque nadie nos haya preguntado previamente: Permesso?
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