En las raíces de la violencia
Los críticos que concedieron por unanimidad, en un debate que duró menos de un minuto, a Cyclo el Premio de la Crítica Intemacional en la Mostra de Venecia -donde su triunfo se hizo absoluto al ganar el León de Oro- fundamentaron la decisión en que es un filme que "con coraje moral y riesgo estético desvela las raíces de la violencia contemporánea".Es así. Eso indaga este durísimo (cercano a lo terrible) y más que notable filme. Y lo que su visión proporciona al espectador: un crudo y vertiginoso desvelamiento de la raíz de la violencia un reláto que penetra en los laberintos subterráneos (físicos,mentales y morales) urbanos; de ahora mismo en cualquier zona del mundo. Si pensamos que el director y escritor de Cyclo -un vietnamita formado en Francia, donde emigró cuando era un niño- tiene al rededor de treinta años, lo que en su oficio es edad de aprendizaje, y que este es su segundo el primero, El olor de la papaya verde, es casi su antípoda en cadencia largometraje, hay que añadir a sus muchas calidades la de lo sorprendente: es rarísimo que un cineasta aprendiz logre tanta cercanía entre lo buscado y lo encontrado.
Cyclo
Dirección: Tran Anh Hung. Guión: Nguyen Trung Binh y Tran Anh Hung.Fotografía: Benoît Delhomme. Vietnam-Francia, 1995. Intérpretes: Le Van Loc, Tony Leung, Tran Nu Yen Khe, Nguyen Nitu Quynh. Estreno en Madrid: cine Princesa (en V. O. S.).
Tran Anh Hung exploró en El olor de la papaya verde la interioridad de la familia. en las tradiciones de su país natal. Y si en su indaga ción se orientó allí hacia la figura de la madre, ahora, en Cyclo, busca al padre en cuanto vacío innumerable generado por una sociedad donde la violencia se traga infinidad de hombres y sólo deja su hueco en la vida, la memoria y la conducta de quienes engendró. Todo en Cyclo gira alrededor del padre, pero sin Ia menor presencia suya. Es el relato" de un ámbito donde no hay lugar para el hombre adulto más que como sombra o carencia. Una metáfora, por tanto, de la orfandad -vietnamita en primer término, pero con poder de metáfora respecto de cualquier otra- que emerge de los escombros de la guérra cotidiana, con millones de batallas diarias, que hay entre las tres cuartas partes de la humanidad en este capítulo de su historia que nos toca vivir.
Tran Arth Hung -estudiante de cine parisiense- carece de imágenes vividas por él de la trituradora de seres humanos en que se convierte el enorme mundo de los pobres, condenado a imitar al pequeño mundo de los ricos. Ese sumidero interpreta las leyes del mercado a su manera de ámbito de supervivencia, donde la, más minima pugna en torno a la más mínima ganancia se transforma en violencia fuIminante, desatada, absoluta: un crimen alimenticio continuado en un encadenamiento sin final, como el engranaje de una bicicleta de carga, de un cyclo. Al carecer de imágenes suyas de este infierno, Tran Anh Hung acude a su prodigiosa memoria visual y busca en el lenguaje del cine las inflexiones que conjuguen este horror. Y las encuentra.
Dentro de Cyclo, además de la referencia a Ladrón de bicicletas en el título y en el suceso desencadenante, hay una inteligentísima rebusca de las tripas del cine, en la que se distinguen destellos vivísimos, ante todo de la mirada de Luis Buñuel; y también de las de Franju, Bresson, Malle, Rossellini y los clásicos del cine negro. Cine sobre cine, pero más que eso.
De ahí proviene cierta dificultad en la contemplación del filme, pero también un atractivo adicional de éste, que es por ello (igual que puede resbalar en la piel de quien en la pantalla sólo busca entretenimiento) de visión indispensable para quienes conciben el cine como punto de encuentro frontal de dos esfuerzos imaginativos: el del cineasta y el del espectador.
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