Una manifestación reclama en Barcelona que Europa deje de ser un "búnker del bienestar"

Una discreta pancarta azul portada por miembros de la Conferencia Mediterránea Alternativa y la leyenda Por un Mediterráneo solidario abría la marcha. Pocos metros detrás, una enorme alambrada pintada sobre fondo amarillo cruzaba de lado a lado los 10 metros de calzada central del barcelonés paseo de Gràcia. Sobre el simbólico alambre, una leyenda -No más muros de la vergüenza- reclamaba gráficamente lo que los organizadores pidieron al final de la manifestación: que Europa deje de ser un "búnker del bienestar". Detrás, miles de ciudadanos de todos los colores.

Un día antes de que la Conferencia Euromediterránea abriera sus puertas, el centro de Barcelona fue ayer testigo de un clamor inequívoco contra la Ley de Extranjería. Varios miles de personas -4.000 según la Guardia Urbana; entre 10.000 y 15.000 según los organizadores- mostraron su desacuerdo con las normas que dificultan la vida en Europa a los inmigrantes no comunitarios."Se reclama para los países del sur", señala el manifiesto elaborado por SOS Racismo, CC OO y UGT, que se leyó al concluir la marcha, "el respeto de los derechos humanos, cosa que nos parece muy justa", pero, se agrega, "no se quiere reconocer que en el interior de Europa hay un sector de la población, la inmigrada, cuyos derechos son muy inferiores a los del resto de la ciudadanía y cuyas condiciones de vida son pésimas en muchos casos".

La idea de los organizadores de que la sociedad española es ya interétnica saltaba a la vista en la manifestación de ayer. Amplios colectivos del Africa subsahariana, de magrebíes, de filipinos (mujeres en su mayoría) avanzaban codo con codo junto a una mezcla de progres ya cuarentones y jóvenes en edad universitaria. De entre todos, destacó el colectivo de saharauis, que con cantos y bailes no pararon de reclamar que se celebre por fin el referéndum que pide la ONU.

Mientras los manifestantes ocupaban la calle, en el Palau de la Generalitat se desarrolló una reunión de la Asociación de las Regiones de Europa (ARE). En ella se aprobó un escrito, suscrito por los presidentes de 14 regiones mediterráneas, que fue entregado por la tarde a Javier Solana como presidente de la Conferencia Euromediterránea. En él protestan por no haber sido tenidos en cuenta en los debates promovidos por la Unión Europea.

Pujol, presidente de la Generalitat y de la ARE; Manuel Chaves, de la Junta de Andalucía, y el balear Cristòfol Soler eran los presidentes españoles del grupo, que incluyó a franceses, italianos y griegos. Pujol recordó el explícito apoyo del Comité de Regiones y del Parlamento Europeo para que las regiones sean tenidas en cuenta y la voluntad de éstas de participar en los fondos de 4.600 millones de ecus de subvenciones y otros tantos de créditos que la UE decidió aplicar a la cooperación mediterránea en la cumbre de Cannes.